El turismo en el Puerto de la Cruz siempre se ha beneficiado de la iniciativa de un buen grupo de extranjeros. En 1958 se aprobó el Plan General de Ordenación Urbana y Rural, que en la práctica significaba el trazado de la avenida de Colón y la urbanización próxima a la playa de Martiánez, todo bajo la batuta del alcalde Isidoro Luz Carpenter. A finales de la década de 1950 ya el pequeño territorio portuense atrajo la atención de inversores extranjeros, como Nerburghvan de Putte, que construyó el hotel Bélgica, Ernest Schaefer, responsable de la construcción del hotel Concordia Playa, George Uberreiter edificando el hotel Guajara, o nacionales como Cándido Luís García Sanjuán, constructor del hotel Tenerife Playa, entre otros.

Dentro de este contexto del desarrollo del turismo local cabe destacar la familia Talg. Con unos planos existentes desde 1956 según proyecto del arquitecto Félix Sáenz Marrero, que murió ese mismo año, Enrique Talg Schulz, pone en marcha la construcción del anhelado hotel de categoría 1ª A, al que se le pondría el nombre de Tigaiga, a propuesta de su joven hijo, Enrique Talg Wyss. El edificio se inició y terminó en diciembre de 1958 con 24 habitaciones dobles. Al principio el hotel consistió en una sola planta y se inauguró en el año siguiente, 1959. Pronto, comenzaron reformas para su mejora. A lo largo de los años 1961 y 1962 el inmueble es ampliado y duplicada su capacidad alojativa. Se añaden ascensor, salones, bar, tienda de souvenirs; las habitaciones estaban equipadas de servicios de baño, ducha, lavabo, W.C., bidet y clavija para máquina de afeitar de 110V, así como teléfono y balcón con vistas al mar y la montaña. Hasta nuestros días su composición es de setenta y seis habitaciones y siete junior suites, espaciosas e insonorizadas y equipadas profusamente de los máximos elementos de confortabilidad para hacer más grata la estancia. En 1964 se dotó de piscina climatizada y en 1982 contó con instalación de paneles solares, una de las energías renovables, particularmente del grupo no contaminante, conocida como energía limpia o energía verde, siendo de esa manera el primer hotel de Canarias en usarla.

Hoy el hotel Tigaiga, cuatro estrellas, situado en el enclave del Parque Taoro, una de las zonas del Puerto de la Cruz privilegiada y representativa en la historia del turismo de la ciudad, es uno de los hoteles, sin duda, con más certificados y reconocimientos de toda España, habiendo sido pionero en casi todas ellas.

Pero, a diferencia de otros destacados protagonistas en la industria hotelera de la ciudad, establecida fundamentalmente en el momento de la expansión urbanística de las décadas 1950/60, la familia Talg se establece en los mismos inicios del despertar del turismo en las islas.

Cuando Enrique Talg Schulz llegó a Tenerife en 1922, arrendó el hotel Quisisana en Santa Cruz, construido en 1904 por Enrique Wolfson, para regentarlo desde el año de su llegada, 1922, hasta 1939, fecha en que se clausuró por los difíciles momentos históricos que atravesaba el país, fin de la cruenta Guerra Civil de España y comienzo de la Segunda Guerra Mundial. También era concesionario de los servicios del restaurante del Gran Hotel Peinador, de Mondariz (Pontevedra), en verano, balneario existente desde 1874, muy famoso por aquellos tiempos y al que acudía hacendados y nobles españoles para su convalecencia. La actividad de Talg Schulz era frenética. Tenía en verano el restaurante de Mondariz y en el invierno el hotel Quisisana, además de colaborar en la administración del hotel Taoro, el cual acabaría arrendándolo desde 1953 hasta 1963, y en los años de 1950 intentó arrendar el hotel Metropol de Las Palmas de Gran Canaria con el ánimo de extender sus negocios.

En estas décadas se propuso y consiguió hacer un viaje de propaganda turística por el extranjero. Visitó más de diez países europeos, divulgando las bellezas naturales y paisajísticas de Tenerife y la benignidad de su clima subtropical. Invitó a los jefes de las más prestigiosas agencias de viaje de Suiza, Dinamarca, Alemania, entre otros, a visitar la isla, consiguiendo con su acción directa más de 125 contratos que proporcionaron de inmediato un número importante de turistas de elevado poder adquisitivo.

Mientras Enrique Talg Schulz se encontraba en Galicia, el 26 de octubre de 1924 nació en Vigo su único hijo, Enrique Talg Wyss. Como su padre, Enrique Talg, como lo tratábamos los que le conocimos, fue un empresario lleno de iniciativas. Ya en los años 1950 intentó arrendar el hotel Playa, en la playa de Las Canteras de Las Palmas y el hotel Santa Brígida, de Tafira, también en Gran Canaria. Pero al final, se quedó con su propio hotel, el Tigaiga, del cual su padre poco disfrutó al fallecer en 1962.

A Enrique Talg se le debe algunas de las iniciativas turísticas más destacadas cuando estuvo en el ayuntamiento. Por señalar algunas, fue el responsable del actual escudo heráldico de la ciudad, al encargárselo al arzobispo titular de Xanthus, Bruno Bernard Heim, con el que mantuvo una estrecha amistad; también logró la promoción del senderismo en el valle de La Orotava y, en general, de Tenerife, ejemplo a seguir en el resto de las islas. Esta práctica adquirió categoría de actividad turística desde 1972 y desde entonces experimentó un considerable auge como resultado de su persistente y valiosa labor.

Talg Wyss fue uno de los principales promotores del Plan de Excelencia Turística del valle de La Orotava de tanta relevancia para Tenerife, que entre cuyos objetivos estaba la recuperación paisajística y fomento del turismo “verde o ecológico”, pero no suficientemente respetado en su compromiso por la defensa de la belleza natural de nuestros paisajes y caminos.

 Hoy en día, hablar de Enrique Talg es hablar del hotel Tigaiga. Y a la viceversa. Hablar del Hotel Tigaiga es hablar de Enrique Talg. Sus hijos, Elena, Úrsula y Enrique, permanecen al frente del hotel, toda una responsabilidad si se tiene en cuenta el alto listón dejado por sus ascendentes, abuelo y padre. Así todo, con ellos, el establecimiento, centro de descanso, confort y con sus modélicos jardines, sigue siendo merecedor de numerosos galardones nacionales e internacionales.

Nicolás González Lemus

                                                                                  La Orotava, mayo de 2009