ALGO PASA EN EL PUERTO DE LA CRUZ

(Respuesta a Enrique Talg)

Muy apreciado amigo: En primer lugar, gracias por la carta que me enviaste el día 9 de este mes y que luego publicaste en este mismo diario. Creo que es un acierto porque al no ser cartas personales sino reflexiones que afectan al Puerto de la Cruz, las mismas deberían ser conocidas por todos los ciudadanos. No obstante, quiero dejar claro que no es mi deseo entrar en polémica contigo, no hay necesidad de ello porque somos amigos muy respetuosos como para ser capaces de intercambiar opiniones tomándonos un café en tu espléndido hotel, como en otras ocasiones hemos hecho. La carta es una respuesta a la tuya, como la anterior, solo como vicepresidente de Ashotel, pero la hago extensiva a los que te secundan.

            Esperaba una respuesta tuya mucha más elaborada de la que has dado, sobre todo en algunos temas que planteé en la mía. Solo dos aspectos me llamaron la atención: la referencia a la incuestionabilidad de los técnicos y el asunto de las partidas económicas.

Respecto al primero, afirmas que todos queremos ser ingenieros al pretender opinar sobre aspectos técnicos de cualquier proyecto y que se debe dejar trabajar a quienes realmente entienden. Si te refieres a técnicos de carreras técnicas (arquitectos, aparejadores, ingenieros, diseñadores…) son indudablemente los únicos capaces de solucionar los problemas técnicos. Pero están los técnicos de las ciencias humanas (historiadores, doctores, investigadores, especialistas, cronistas oficiales…) que son los únicos capaces de conocer la historia, la cultura e idiosincrasia del lugar. En estos especialistas recae la responsabilidad de dar un diagnóstico final sobre un proyecto en la sociedad, y los técnicos, a que te refieres, son los capaces de resolver técnicamente los problemas de un proyecto.

El segundo aspecto, la necesidad de aprovecharnos de las partidas económicas, nadie lo cuestiona. Pero pienso que el Puerto de la Cruz ha ido perdiendo gran parte de su protagonismo en el marco del turismo internacional no por la falta de inversión sino por la mala inversión, entre otros factores que no vienen al caso aquí. Según fuentes procedentes desde el Ayuntamiento y el propio Cabildo, ha recibido muchos millones de pesetas y euros y, sin embargo, padece su crisis desde hace décadas. Luego no es por falta de inversión. Mucho dinero se ha gastado no para la mejora en muchas ocasiones, aunque se haya hecho con las mejores intenciones. 

Yo aplaudo gran parte de las actuaciones previstas en el Plan de Modernización, Mejora e Incremento de la Competitividad del Puerto de la Cruz, a pesar de considerar algunos muy dudosos y de las muchas ausencias importantísimas desde la perspectiva turística. Pero cuando se intenta hacer una renovación urbana de una ciudad histórica, como es el Puerto de la Cruz, hay que diferenciar la periferia del centro histórico. En la periferia nadie niega que haya que renovar y adecuar las viejas estructuras urbanas para hacer una ciudad acorde a la vida moderna. Claro que se hacen precisas y prioritarias la estación de guaguas y obras públicas de infraestructuras y saneamientos para satisfacer las necesidades de la población. Aquí, probablemente, haya que destruir para construir nuevos edificios y formar nuevos espacios de esparcimiento.

Pero las cosas son diferentes cuando se trata de la actuación en el casco histórico. Aquí no se trata tanto de destruir o renovar, sino de rehabilitar. Tú sabes bien que el Puerto de la Cruz comenzó a ser destruido tras el boom turístico a partir de la mitad de los años sesenta del siglo XX. Y mucho de lo que se destruyó fueron casas de arquitectura popular canaria con patios y balcones y algunas con artesonado mudéjar,  según la mayoría de los lugareños y de entendidos en la materia como Fernando G. Martín quien suscribe que el Puerto contaba entonces “con uno de los centros de arquitectura doméstica más originales del Archipiélago”. También se destruyeron espacios y rincones pintorescos, atractivos y seductores que hoy se lamenta y se lamentará toda la vida. Eso se ha realizado en el centro  de la ciudad.

Con las actuaciones de la “Reforma y Saneamiento del Paseo San Telmo” se debe de decir con claridad lo que hay detrás del proyecto. Te repito, se trata de destruir el paseo actual para sustituirlo por otro. Eso es lo que van a realizar con él. No tiene nada que ver con las indispensables obras de saneamiento, mejora de accesibilidad, tratamiento especial de fachadas, homologación de letreros para mejorar el atractivo visual, que, indiscutiblemente, apoyo íntegramente. Lo que están planteando es hacer un paseo diferente al existente. Creo que con las obras que apoyas te contradices tú mismo, cuando afirmas que “la modernidad no es destrucción del pasado, es actualización, mejora, reforma”. No es ni mejora ni reforma ni actualización ni rehabilitación: es simple y llanamente la destrucción de uno de los espacios públicos más admirados por  naturales, extranjeros y visitantes.

Yo pienso que la nueva intervención a ejecutar en el Paseo San Telmo confirma una vez más que se sigue por un camino de dudoso éxito. He aquí (a modo de resumen)  algunas de las actuaciones recientes con resultados pocos halagüeños: la construcción del Centro de Congreso del Taoro; las obras en la playa de Martiánez; transformación de la Avenida de Colón; la edificación del nuevo bar Dinámico, remodelación de la plaza del Charco; traslado del Casino del Taoro al Complejo Martiánez con la consecuente destrucción de la Sala Andrómeda, obra de César Manrique declarado BIC;  transformación de la antigua construcción del Lido San Telmo en un salón de juegos «tragaperras», (adonde ha sido trasladado recientemente dicho casino por cierre del centro anterior, por lo que ha quedado reducido ahora a solo dos mesas de juego con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo y su no lejana extinción); la deformación de la centenaria plazuela de Mequinez o plazoleta de Pérez Galdós, nombre con el que se conoce hoy, entre otras. Todas estas intervenciones fueron realizadas por los técnicos que tú crees que son los únicos capaces de actuar y consideradas necesarias para la modernidad de la ciudad entonces. Y es más,  ocho años después, aproximadamente, se ha decidido que lo realizado en algunas de ellas no estuvieron bien hechas y que habrá que emprender obras de nuevo en Martiánez, plaza del Charco, bar Dinámico, Casino… a las más recientes ya les llegará la hora.

La vista del litoral de San Telmo desde la Punta del Viento con el paseo en primer plano, el bajío y el complejo de las piscinas de Martiánez encierran la mejor belleza paisajística del Puerto de la Cruz. Hoy por hoy es la mejor tarjeta postal de la ciudad, por ello se debe conservar, y de lo que se trata es de convertir muchos rincones de la ciudad antigua en las mejores tarjetas postales. Por eso creo, sinceramente, que cuantas más obras como las proyectadas en San Telmo se sigan haciendo, más seguirán destruyendo lo poco que queda de interés histórico, y menos competitivos seguirá siendo el Puerto de la Cruz como destino turístico. Hay que avanzar en la sostenibilidad y para ello los organismos encargados de velar por la mejora de la oferta turística de la ciudad, como a los que tú perteneces y algunos de los que te apoyan, tienen la obligación de rescatar los lugares patrimoniales con los que aún cuenta el Puerto, porque son productos turísticos de promoción de primer orden. Todos los países- incluso aquéllos que sufrieron destrucciones en guerras-, se enorgullecen en mostrar hoy el perfil de sus ciudades antiguas (pavimentos de época, paseos,  casas, rincones…)  como disfrute de los naturales y reclamos sugerentes para visitantes nacionales y extranjeros. Sin embargo, aquí, en lugar de realizar actuaciones para minimizar el escaso y dañado casco antiguo de la ciudad, hacen todo lo contrario, nuevas construcciones urbanas que revierten en una ciudad descafeinada, monótona, uniforme, sin personalidad, sin encanto, nada atractiva y con escasos espacios patrimoniales que ofrecer. Es el símbolo que, de seguir así, están imprimiendo a la ciudad.  

Por eso, me permito aconsejar, por favor, hagan una concienzuda reflexionen sobre el modelo turístico que necesita el Puerto de la Cruz. En el Plan de Modernización, hay una gran cantidad de proyectos contemplados que no se sabe cómo se van a realizar. Obras en las calles Valois, Cupido, Cólogan, Quintana, en las plazas de Europa, del Charco y en la playa Martiánez, que ya se van a realizar para convertir las olas a una altura de cinco metros para potenciar la práctica del surf -¿competirá con los grandes centros costeros y aumentará la afluencia de turismo?-, en lugar de rescatarla como zona marítima de baño y ocio –como siempre ha sido-  e integrarla en el conjunto urbano de la ciudad.

Afirmas que no se puede vivir del pasado (¿no sé a que te refieres?) ni se puede mantener los brazos cruzados y dejar que el tren pase. En fin, yo lo que creo es que las autoridades locales no han estado ni están con los brazos cruzados porque no paran de invertir en obras –mal o bien- sobre todo en infraestructuras viarias, pero sí creo que han estado de brazos cruzados en algunos proyectos a largo plazo. Sé que en el Plan está contemplando la construcción de la nueva Estación de Guaguas, pero ¿no se debe reparar la dañada para no mantener la cosmopolita ciudad sin este indispensable servicio tantos años? Sé que también está contemplado el auditorio en el Parque San Francisco, pero mientras tanto ¿se ha pensado en alquilar una sala, p.e. cine Chimisay, como auditorio para el turismo invernal?; sé que también se contempla en el Plan la actuación en la playa de Martiánez, pero, aunque recientemente han hecho limpieza superficial en la misma, ¿se puede tener tantos años abandonada y hecha un pedregal sin limpiarla, atenderla, dotarla de servicios mínimos para los bañistas? Y así podría seguir enumerando, pero acabo afirmando que hay otras de mayor prioridad donde invertir y mucho más rentables desde la perspectiva turística que no se contemplan en el Plan de Modernización, ¡ah!, y que conste que se han puesto reiteradamente en conocimiento de las autoridades, por activa y por pasiva.

Como siempre un fuerte abrazo,

Nicolás Glez. Lemus