Adelanto en contenido de algunas páginas que saldrán publicadas en mi próximo libro EL HOTEL MARQUESA, LA PAZ Y LOS CÓLOGAN EN EL TURISMO DE CANARIAS

 ……….  El cultivo del plátano estaba llamado a ser la nueva “gallina de los huevos de oro”. Ello anima a muchos cosecheros isleños a sustituir sus devaluados nopales por plantones, de tal manera que, a partir de los primeros años de 1890, el valle de La Orotava comienza a mostrar su paisaje con la variedad de la Musa cavendishii y la marquesa viuda, Laura Cólogan Heredia, y sus hijos emprenden la explotación agraria de La Paz, San Jerónimo y el resto de sus propiedades agrícolas con el cultivo del plátano. El valle de La Orotava era entonces una alfombra de vegetación verde producto de la platanera que se extendía desde la costa hasta una altitud de 300 metros sobre el nivel del mar. En el año 1905 se exportaban ya 400 huacales por semana desde Tenerife. El huacal era una especie de jaula de madera –primero fue un cilindro de cartón con aros y tapas de madera– dentro del cual iba la piña embalada. Para mejor aprovechamiento de las aguas que llegaban a La Paz de la galería Kreitz o el Patronato, el 13 de enero de 1907, Laura Cólogan y Heredia firmó un contrato con Felipe Machado Benítez de Lugo, propietario de El Durazno, por el cual la marquesa le solicitaba que, en el punto de la hacienda de El Durazno, en el que alcanzaba una extensión de 361 metros y 60 centímetros, le permitiera la instalación en el inmueble de una tubería de hierro cerrada. La tubería iría por debajo de la carretera del Botánico. La marquesa se comprometía a no entrar en el inmueble de El Durazno, salvo “en los casos verdaderamente imprescindibles para el uso y conservación de la servidumbre tales como reparación u otros análogos”.

            Pero Laura Cólogan Heredia falleció en La Orotava el 27 de agosto de 1907. Los marqueses tuvieron diez hijos, uno, Juan, moriría a los dos años. Seis eran varones, incluido el niño fallecido. Todos, excepto Alberto, vivían fuera. La Paz la heredó su hijo primogénito Leopoldo Cólogan y Cólogan, casado con Carmen Zulueta y González de la Mota, y sus otros hijos Tomás, Antonio, Leopoldo y Ana Cólogan de Zulueta (hubo otros dos pero murieron en la infancia). Pero Leopoldo Cólogan murió en 1906, un año antes que su madre, en el Puerto de Santa María (Cádiz).

            Al año siguiente de su muerte, su viuda, Carmen Zulueta, y sus hijos arriendan la finca al agricultor de La Orotava, Andrés Reyes de León, por una renta anual de 18.000 pesetas, junto con sus aguas para riego, el 30 de diciembre de 1910, por el plazo de tres años (se vencía el 30 de diciembre de 1913). En dicho arrendamiento quedaban excluidas la casa familiar y las personas que estuvieran habitándola, pero sí tenían derecho a usar los paseos de las fincas, los del Mar y los Cipreses, además del que atraviesa de naciente a poniente. Sin embargo, no incluía el que partía del Jardín Botánico hacia el camino de Sancho, pues era del uso exclusivo del arrendatario. Actuaba como apoderado su cuñado Alberto Cólogan y Cólogan, marqués de Torre Hermosa, entonces encargado de los asuntos familiares, cargo por el cual percibía 500 pesetas de las 18.000 pesetas del arrendamiento. Él fue realmente el que realizó el contrato de arrendamiento ante el notario José Romero de Castro en La Orotava. Andrés Reyes de León también arrendó otras tres fincas de la familia situadas al otro lado de la carretera del Botánico.

Reyes León había concertado un contrato con Manuel García Cabrera, un comerciante soltero del Puerto de la Cruz, por el que se comprometía a venderle la totalidad de la fruta cosechada en la platanera de La Paz y en las otras tres fincas arrendadas. García Cabrera entregó a Reyes León 20.000 pesetas en depósito para garantizar las obligaciones que contrae por la compra de la fruta, que garantiza, a su vez, el depositario estas 20.000 pesetas con hipoteca sobre su derecho de arrendamiento, respondiendo además de otras 20.000 pesetas por indemnización de daños y perjuicios que pudieran haber en caso de incumplimiento del contrato del vendedor de la fruta Andrés Reyes León. Realizaron un contrato entre ellos de diez cláusulas. Las condiciones fueron:

 

Primero.- Andrés Reyes León vendía a Manuel García Cabrera toda la fruta que durante el término de tres años, a contar desde el día 13 de diciembre, se produzca en las plataneras de las cuatro fincas descritas. Segundo.- La fruta vendida debería ser entregada al comprador en el muelle del Puerto de la Cruz en estado de desarrollo propio para la exportación, empaquetada en bancales sencillos y dobles con paja y hojas de platanera, pudiendo, a falta de paja, suplirse con pinocha y haciéndose en todo caso según se acostumbrara en esta localidad para embarcar la fruta en buenas condiciones. Tercero.- Las entregas de la fruta a la que se refiere la cláusula anterior, debían ser hechas en los días que el comprador disponía de vapor fondeado en este puerto en el que poder cargarla y al efecto el mismo comprador debiera dar aviso al vendedor o a quién le represente con cinco días de antelación a fin de que disponga del tiempo necesario para practicar convenientemente el empaquetado. Cuarto.- Una vez hecha cada entrega de la fruta, conforme a lo estipulado en las dos cláusulas anteriores, quedaría la fruta entregada de cuenta y riesgo del comprador, el cual nada podría reclamar al vendedor por deterioro que sufra la mercancía después de colocada en el muelle por lluvias o retraso de operaciones de carga a causa del mal estado de la mar o cualquier otro accidente. Quinto.- Si, por no disponer el comprador oportunamente de vapores en el que se carga la fruta comprada, madurase una parte de ella en las plataneras, toda la que se pierda por esta causa será de cuenta del mismo comprador, quien deberá satisfacer su importe como si la hubiese utilizado al precio corriente de la sazón en el país. Sexto.- Para que la mercancía que se entregue al comprador, en virtud del presente contrato, sea considerada de recibo y comprendida en la compra estipulada debería tener la fruta el peso mínimo de 18 kilos por cada huacal sencillo y 28 kilos por cada uno de los dobles. Séptimo.- El comprador tenía derecho a inspeccionar o intervenir por sí mismo o por persona a quien comisionara al efecto el empaquetado de toda la fruta que haya de serle entregada. Octavo.- El precio de la venta estipulada en el presente contrato era £25 por cada 100 huacales y se pagaría la fruta comprendida en cada entrega depositando el dinero el comprador manos de Tomás Miller Reid, banquero con domicilio en el Puerto de la Cruz, cuando aquella esté ya empaquetada en el almacén y pudiendo recogerlo de manos del depositario el vendedor cuando haya hecho la entrega de la mercancía en el muelle conforme lo estipulado en las cláusulas anteriores. Noveno.- Los pagos a los que se refiere la cláusula anterior podrían ser hechos en metálico, en billetes de banco, cheques u otros efectos de giro siempre que estos últimos sean a la orden de Andrés Reyes León y pagaderos en la Casa de Banca de Tomás Miller Reid. Décimo.- Como garantía del cumplimiento de las obligaciones en el presente contrato, el comprador entrega en este acto en calidad de depósito a Andrés Reyes León la cantidad de 20.000 pesetas, cantidad que en caso de incumplimiento de las referidas obligaciones por parte del primero pasarán por la vía de la pena e indemnización del dominio de Andrés Reyes León y que será restituida por éste a Manuel García Cabrera.

 

Pero los intentos de explotación de La Paz de Andrés Reyes León se encontraron con el obstáculo del estallido el 28 de julio de 1914 de la Primera Guerra Mundial (también llamada la Gran Guerra), cuando el Imperio de Austria-Hungría invade Serbia, seguida de la invasión de Bélgica, Luxemburgo y Francia por el Imperio alemán, y el ataque de Rusia contra Alemania. Los precios y la producción cayeron, al tiempo que decayó la actividad portuaria. Sin embargo, aunque la Primera Guerra Mundial supuso para el sector un duro golpe por la disminución de la demanda extranjera, el 1 de diciembre de 1914 un grupo de propietarios del norte, haciendo uso de la Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906, forman el Sindicato Agrícola del Norte de Tenerife, el primer eslabón de la futura Federación Agrícola de Sindicatos de Tenerife (FAST) en 1937. Terminada la guerra las compañías exportadoras extranjeras reanudan sus actividades y el Sindicato Agrícola no deja de crecer. Muchos propietarios locales compraron, a precio de saldo, los camiones militares utilizados en el conflicto bélico en el continente y de esa manera se ahorraron capital al sustituirse el transporte de cabotaje.

En plena guerra, la extensa finca de La Paz se encontraba algo abandonada. Es entonces cuando en el verano de 1917 uno de los hijos de Leopoldo, el jesuita Tomás Cólogan Zulueta se trasladó desde Las Palmas de Gran Canaria con unos amigos. Él había renunciado a su herencia y al marquesado de la Candia, que le correspondía por ser el mayor de los hermanos. Tomás se sorprendió al ver una tierra tan productiva abandonada. Se trasladó a Cádiz y les comentó a sus hermanos la hermosa fortuna agraria improductiva que había en el Puerto de la Cruz. Era necesario que alguno de ellos se trasladara a Tenerife y se ocupara de la finca. Su hermano Antonio Cólogan Zulueta, V marqués de la Candia por renuncia de su hermano eclesiástico, se había casado con una joven de la familia de los vinos y bebidas Osborne, Elisa Osborne Vázquez, y decidió quedarse en Cádiz por su relación con la familia de los famosos vinos de Jerez establecido desde 1772.

El tercero de los hermanos, Leopoldo Cólogan Zulueta, decidió venir a la isla, pero solo si viniese su hermana Ana con él. Es el momento en que Leopoldo y Ana abandonan Cádiz y trasladan su residencia a Tenerife. Llegaron a La Orotava y se hospedaron en la casa El Drago, donde vivía su primo Domingo Salazar de Frías y Cólogan, hijo de Laura Cólogan y Cólogan, porque la casa familiar en La Orotava estaba alquilada a las Asuncionistas o Agustinos de la Asunción para impartir sus enseñanzas. El Drago es una hermosa quinta

Cuando Ana Cólogan Zulueta se casa con Melchor de Zárate y Méndez de Lugo en septiembre de 1921 se traslada a vivir con su hermano a la casa de la familia en la actual calle Cólogan. Hoy solo la habita su hijo Melchor de Zárate y Cólogan. Cuando Leopoldo se casa con Cristina Ponte Méndez de Lugo en el año 1929 se va a vivir a la casa de La Paz.

Precisamente el mismo año del matrimonio de Ana Cólogan Zulueta (1921), el Sindicato Agrícola del Norte decidió adquirir la casa de la calle del Calvario nº 3 de La Orotava para establecer sus oficinas, y en 1929, año del matrimonio de Leopoldo Cólogan Zulueta, decidió adquirir los solares para el empaquetado de Las Arenas. Leopoldo Cólogan Zulueta, el nieto de Tomás Fidel Cólogan Bobadilla, será el encargado de la explotación platanera de La Paz. Pero el núcleo original de La Paz para entonces se había reducido a 6 fanegadas, unos 39.600 m² de superficie, pues se había dividido la propiedad entre los herederos y una buena parte se había vendido. Una parte de dominio Ponte (tras el matrimonio de Leopoldo Cólogan Zulueta con Cristina Ponte Méndez de Lugo); otra parte de dominio Osborne (tras el matrimonio de Antonio Cólogan Zulueta con Elisa Osborne Vázquez) y, una tercera de dominio Zárate (tras el matrimonio de Ana Cólogan Zulueta con Melchor de Zárate y Méndez de Lugo).

Leopoldo Cólogan Zulueta va a jugar un papel muy activo en la producción y comercialización del plátano. En el primer lustro de 1930 casi el 50% de la producción del plátano canario era exportado a Francia, razón por la cual se formó en París el 20 de octubre de 1932 la “Societé Francaise d’Importation de Bananes” con un capital de 170.000 francos dividido en 170 acciones de mil francos, y allí estaba Leopoldo como el mayor accionista junto a Fernando Méndez de Ponte. Actuó en la protocolización de los estatutos de la sociedad Máximo Machado Renshaw ante el notario Georges Auguste Thion de la Chaume, domiciliado en París, Boulevard Malsherbes nº 24. Los suscriptores iniciales solo cubrieron 160 acciones:

 

Domingo González Regalado La Orotava 26 acciones 26.000 francos
Máximo Machado Renshaw París 30 acciones 30.000 francos
Chales Scando, director de banco Saint Florence 8 acciones 8.000 francos
Fernando Méndez de Ponte La Orotava 40 acciones 40.000 francos
Mariano Brier Ponte Garachico 8 acciones 8.000 francos
Lucas Martín Espino Icod 8 acciones 8.000 francos
Leopoldo Cólogan Zulueta La Orotava 40 acciones 40.000 francos

La finalidad de la “Societé Francaise d’Importation de Bananes” era la importación y venta de plátanos y de “todos los productos exóticos y generalmente cualquier operación mercantil, industrial, mobiliaria o inmobiliaria que se relacione directa o indirectamente a dicho objeto”. El Sindicato Agrícola del Norte estableció como agencia vendedora de plátano para Francia la “Societé Francaise d’Importation de Bananes” en París y seguidamente sus ramas en Burdeos y Marsella. También tenía sus agentes vendedores en Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Málaga y Bilbao.

Leopoldo Cólogan Zulueta entregaba sus 6 fanegadas de producción bananera a la FAST. Sus aportaciones a la Caja de Crédito Agrícola de Tenerife desde los años 1932 a 1934 fueron de 5.802 pesetas con 62 céntimos. Entonces había otros grandes proveedores de la fruta en el valle de La Orotava, además de la FAST. Por ejemplo, mucha de la producción de Santa Úrsula venía de los proveedores Jacob Ahlers y Tomas M. Reid; en Los Realejos así como en La Orotava Jacob Ahlers y Tomas M. Reid; y en el Puerto de la Cruz se encontraba Richard J. Yeoward, que además de proveedor suministraba sus propias piñas de plátanos, dado que él era propietario de las plantaciones.

Leopoldo Cólogan Zulueta murió en el Puerto de la Cruz el 20 de septiembre de 1953 a consecuencia de un infarto cardiaco tras haber padecido un cáncer de garganta que trataba en Madrid con quimioterapia. Pero ya el propio Leopoldo había comenzado a vender parcelas para la construcción en La Paz. Sin embargo, en los años cincuenta el Puerto de la Cruz aún carecía de un auténtico plan urbano que permitiera ordenar un pueblo rodeado de plataneras. Es el momento en que Isidoro Luz Carpenter pone en marcha el primer PGOU en 1958, redactado por el arquitecto Luis Cabrera Sánchez Real, aprovechando la Ley sobre el Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, aprobada el 12 de mayo de 1956. En aquel entonces, la ciudad se asentaba en el casco y en el barrio de La Ranilla, de modo que los elementos estructurales del funcionamiento eran básicamente el muelle-plaza del Charco hasta San Telmo y la carretera general del norte con los accesos por Las Arenas y por el Botánico. El resto del municipio estaba dedicado principalmente al cultivo del plátano y las propiedades se estructuraban por elementos físicos como barrancos, caminos, paseos, serventías, canales, atarjeas, tuberías, paredes de piedra, etc. El PGOU contemplaba el proyecto del trazado y urbanización de la Avenida de Colón en los Llanos de Martiánez, donde solo había plataneras.

Sin embargo, aunque el PGOU no contemplaba la construcción del área geográfica de La Paz, la viuda de Leopoldo Cólogan Zulueta, Cristina Ponte Méndez y su hijo mayor, Juan Cólogan Ponte, tomaron la decisión en 1960 de convertir la finca en una urbanización. En 1962 los arquitectos Javier Díaz-Llanos La Rocha y Vicente Saavedra Martínez redactaron un plan parcial y el proyecto de parcelación que se comenzó a ejecutar en 1964 con el constructor Luis Díaz de Losada y a renglón seguido, en unión con su familiar Antonio Zárate Cólogan constituyeron una empresa constructora, Coza Sociedad Limitada, para construir y promocionar las parcelas. Las calles las numeraron. En los años sesenta se estaba produciendo el auténtico desarrollo inmobiliario turístico del Puerto de la Cruz, respondiendo a las necesidades del nuevo modelo económico que caracterizó entonces el mundo del viaje y el modelo a imitar fue el de las Baleares: el turismo de Sol y Playa. Ahora el turismo se proyecta como la nueva “gallina de los huevos de oro” en lugar del plátano y la hermosa propiedad de La Paz estaba llamada a participar en este nuevo modelo de desarrollo económico que estaba produciéndose en el Puerto de la Cruz.

Los diferentes propietarios y herederos de La Paz encargaron el planeamiento urbanístico del lugar a la empresa Doxiadis Ibérica S.A. (filial de la compañía griega Dioxadis Internacional, fundada por Constantino Dioxadis, entonces la empresa de elaboración de planes urbanísticos de mayor prestigio de Europa). Consistía en tres planes parciales para la urbanización de los terrenos: los herederos de Ascanio, los Cólogan Ponte y los Zárate Cólogan. Se convirtió en una zona urbana privilegiada. El primer edificio que venden Cristina Ponte Méndez y sus hijos Cólogan Ponte es un solar de desnivel en primera línea de la costa de 1.300 m² a los alemanes Gunter May y Erich Erdle, el primero de Ludwirgburg y el segundo de Stuttgart, por la cantidad de 52.000 pesetas. Estos construyen un edificio para hotel y apartamentos con una entrada en la planta tercera por la calle tres y otra entrada por el lado oeste de la misma calle, que lo denominarían Ikarus. Los modelos de construcción en La Paz son chalés alrededor de la casa familiar que se conserva íntegramente con su parcela de jardín. A continuación se llena de apartamentos, hoteles y bungalós con alturas diferentes, aunque discretas.

Y llegó el momento en que los hijos de Leopoldo Cólogan Zulueta y Cristina Ponte Méndez de Lugo decidieron instalar su propio hotel con parte de los ingresos conseguidos con las ventas de algunas parcelas en los Llanos de La Paz y del hotel Ikarus. Y al hotel lo llamarían La Paz, en memoria de la toponimia del lugar.