EL MURO HISTÓRICO DE SAN TELMO

El Cabildo Insular de Tenerife, en colaboración con el Consorcio de Rehabilitación y Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, pretende realizar la “Reforma y Saneamiento del Paseo San Telmo” dentro del programa del Plan de Modernización, Mejora e Incremento de la Competitividad del Puerto de la Cruz, que en la práctica trata de destruir el paseo actual para sustituirlo por otro diferente al asistente. Su actuación consiste, entre otras obras, en la sustitución del pavimento de canto del río blanco por piedra porosa, construcción de un voladizo de madera, colocación de nuevo mobiliario urbano y la sustitución del muro histórico por una barandilla de acero inoxidable rematado con madera. Todo ello implica la transformación de este emblemático rincón de la ciudad turística. La reacción ciudadana contra el proyecto no se hizo esperar. Se organizó la Plataforma Ciudadana Maresía, recaudó 2.251 alegaciones y ante la actitud hermética del Cabildo Insular y entidades administrativas la Plataforma convocó una manifestación el sábado 26 de octubre. En una de las pancartas individuales se podía leer EL MURO NO SE TOCA. Sin dudad alguna es el eje vertebral sobre el que gira la oposición al proyecto. Los diferentes organismos oficiales de la administración y mandatarios pretenden destruir el muro porque no lo consideran histórico, mientras que los que se oponen a su destrucción lo consideran histórico y por lo tanto de valor a conservar. ¿Es o no es un muro histórico?. Los autores de este artículo pretenden dar luz al dilema.

Afirmamos, categóricamente, que el muro es histórico y, como tal, se debe de rehabilitar, pero no eliminar o destruir. Para tal afirmación nos hemos basado en las consulta de las fuentes disponibles, entendiendo que las fuentes constituyen la materia prima de la Historia. En sentido general, las fuentes históricas escritas son de dos tipos: primarias y secundarias. Lamentamos que las fuentes escritas primarias, apoyo básico para construir la Historia, fueran destruidas tras el incendio del archivo en 1925, por ello hemos recurrido a las secundarias, historiográficas, las que se elaboran a partir de las fuentes primarias. La única fuente escrita existente es la del historiador, cronista y alcalde José Agustín Álvarez Rixo, que en sus Anales del Puerto de La Orotava (1701-1872) recogió la construcción de la muralla que va desde la calle Santo Domingo hasta la batería de San Telmo a solicitud hecha por el Personero y Administrador de la Real Aduana,  Matías Gálvez Gallardo en el año 1767.[1]  Antes de su construcción el paseo “era una empalizada a trechos, piedras y riscos”, es decir, era un cerco que con la construcción de la muralla se remató con el muro. Es evidente que el muro, en un principio de mampostería, es el remate de la muralla que se levantó en el momento de la utilización, cada vez mayor, y urbaniza­ción del paseo de San Telmo iniciado en el siglo XVIII para alejar la peligrosidad por su altura con respecto al nivel del mar y combatir la maresía, que ataca con agresividad por la acción de los vientos del NN y WNW. [2] De hecho, la toponimia del lugar es muy alusiva a lo expuesto: “Punta del Viento”. Siendo Alcalde Real Bartolomé Miguel de Arroyo en el verano de 1797 se empedró el paseo, “el cual era antes un guijarral, como casi todo el piso del pueblo”.[3] 

También nos hemos basado para afirmar categóricamente la historicidad del muro de San Telmo en la utilización de otra fuente histórica, la iconográfica, el repertorio fotográfico y pictórico que nos ha llegado hasta nuestros días. Otro soporte documental que nos ilustra como ha sido el muro a lo largo de las décadas pasadas. Es imposible mostrar la enorme cantidad de fotos y pinturas del lugar, preferido por fotógrafos  y artistas por su encanto paisajístico y rincón pintoresco. Pero, a través de la documentación iconográfica se percibe el desarrollo histórico del muro: ha sido de mampostería blanco, con ligeras modificaciones de altura y estrechez. El mismo fue utilizado desde la década de los cincuenta del siglo pasado, tras la afluencia de turistas a la ciudad, lugar de venta de productos artesanales y manufacturas marroquíes. Solamente sufrió intervención en la misma década para adaptar los voladizos de lona transparente para los hoteles Cariver y luego para el Rancho Grande y la realización de la plazoleta en el Desembarcadero del Rey. En 1975 sufrió una gran transformación. Dieron comienzo las obras para su recubrimiento de piedra sobre el muro de mampostería. Luego, el muro de San Telmo no es de fecha reciente. Fue construido en 1767. ¿Cómo se puede negar esta evidencia histórica?. El único tramo que es de fecha reciente (1975) es el de la calle de Santo Domingo cuando se derriban las casas terreras para lograr el actual mirador de la “Punta del Viento” y realizar los accesos a los restaurantes situados debajo del mirador.   Así pues, estas obras y las del revestimiento de piedras son las del año 1975.

Es la historia objetiva del muro de San Telmo. Estas son las razones históricas. Contra ellas se levantan las razones políticas y económicas, por el negocio que hay detrás de las mismas, e ideológicas. Las razones que niegan la historia. La evidencia. Su objetivo es omitir las pruebas historiográficas expuestas, para justificar la destrucción del muro histórico de San Telmo. No se apoyan en argumentos analíticos, ni históricos, sino argumentos tan simples como “queremos arreglar y adecentar el Puerto de la Cruz para que sea envidia y referencia del turismo internacional”, “hay que integrar el paseo marítimo con el mar”, entre otros muy conocidos por el gran público.  En definitiva, no toman en consideración las pruebas documentales expuestas, sino niegan la realidad objetiva para adaptarla a sus puntos de vista y necesidades de justificación. Todos los intentos de justificación que se realicen desde la Consejería Insular de Cultura y Patrimonio Histórico responden a los intereses políticos para la defensa de la actuación del proyecto de Mejora y Acondicionamiento del Paseo de San Telmo, pero en absoluto responden a criterios objetivos, y dudamos que la Comisión de Patrimonio Histórico en su sano juicio pueda negar la evidencia histórica expuesta. Nadie de los organismos oficiales que apoyan la realización del proyecto del Cabildo ha encontrado argumentos racionales para apoyar la destrucción del muro histórico de San Telmo. Hay que demostrar que el muro no es histórico. No basta con afirmarlo, hay que dar argumentos en su contra.

Dejamos al margen la discutida intervención de César Manrique, aunque entendemos que el predominio del color blanco en los muros, asientos y pérgolas obedecen a la idea de la estética del artista lanzaroteño de integrarel blanco en el paisaje, que parte desde el complejo de piscinas de Martiánez, y corroborado con testigos de la época, pero ante la ausencia de documentación y pruebas históricas escritas por el propio artista lanzaroteño dejamos al margen la. Tampoco tratamos otros paradigmas estéticos y paisajísticos cuyos valores patrimoniales son importantes, pero también diluido en el terreno de la subjetividad y la sensibilidad. No obstante, creemos que el actual muro tiene más valor paisajístico que el que se pretende realizar según el proyecto del Cabildo.  

Las autoridades responsables del proyecto de destrucción del histórico paseo de San Telmo tienen el deber de atender las razones objetivas expuestas, no obviarlas ni negarlas ni apoyarse informes infundados. Solo desde la ceguera y el discurso vacío se puede negar la historia y la memoria. No pueden dar la espalda a la historia. Por eso, no se debe destruir el muro de San Telmo sino rehabilitarlo para respetar su sentido histórico, su memoria colectiva de un pueblo y de una isla. El Cabildo y su presidente, don Carlos Alonso, no puede negar la historicidad del muro histórico de San Telmo; no puede, en consecuencia, proceder a su destrucción. Debe de ser consciente de que representa una grave agresión a un Patrimonio Histórico o Cultural (con mayúscula) de la ciudad turística. Su papel, como máxima autoridad de la gestión y cuidado del  Patrimonio Histórico o Cultural de la isla, es velar por salvaguardar el muro histórico de San Telmo y encabezar la lucha contra la destrucción de cualquier valor patrimonial de la isla de Tenerife, como el que está ahora en juego.

Consideramos, como muchos ciudadanos y otros especialistas en patrimonio, que el muro que recorre longitudinalmente el Paseo de San Telmo es un símbolo histórico y que no habría que eliminarlo. Tiene un valor patrimonial que merece un respeto, y el hecho de haber sido remodelado por última vez en 1975 no es motivo para no considerarlo histórico y se intente quitar. 

Nicolás González Lemus-Melecio Hernández Pérez


1 ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (1994). Anales del Puerto de La Orotava /1701-1872). Cabildo Insular de Tenerife/Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Santa Cruz de Tenerife. p. 81.

[2] BARROSO HERNÁNDEZ, Nicolás (1997). El Puerto de la Cruz. La formación de una ciudad.  Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. p. 33.

[3] ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (1994). p.150.