El Puerto de la Cruz, ¿qué tipo de turismo?

Nicolás González Lemus

El movimiento de turistas, tanto nacional como internacional, en el archipiélago registra un ligero aumento. Según el Instituto Canario de Estadístico, en septiembre ha habido un aumento del 13,2% con respecto al mismo periodo del año anterior. Las llegadas según países de procedencia son Gran Bretaña y Alemania. Los responsables del turismo se sienten satisfechos por el buen trabajo realizado y auguran buenas perspectivas para el invierno entrante, pues, según propias declaraciones de algunos, “se ve un destello de luz al final del túnel”. ¿Ha sentido esta mejora de visitantes el Puerto de la Cruz? o ¿participa de esta recuperación?; ese rayo de luz que se vislumbra ¿alcanza al Puerto de la Cruz?  No. Todos los datos nos indican que el Puerto de la Cruz perdió un 17% de visitantes en 2009 y su ocupación media fue 52,64%. La debilidad turística del principal centro hotelero del norte de Tenerife no es ninguna novedad. Se arrastra desde hace décadas. ¿Cómo salir de ella?. Esa es la cuestión. Desde luego no hay una barita mágica que la indique, ni es tan sencillo, es por ello por lo que se hace necesario hablar, consultar, asesorarse y,  sobre todo, reflexionar mucho. Se están dando pasos en este sentido, aunque algo lentos y, todavía, ajenos en otros ámbitos. En este sentido, el debate en las Primeras Jornadas sobre el Futuro del Turismo en el Puerto de la Cruz, organizada por VecinosXel Puerto, y el ofrecimiento a la participación en la primera reunión de Ashotel vinculada al Consorcio Turístico para aportar ideas, son buenos ejemplos plausibles. Fui invitados a las dos y voy a reflexionar sobre mi percepción.  

            En los dos encuentros la discusión giraba en torno a la necesidad de  actuaciones urgentes consistentes en planes de Excelencias, mejoras de carreteras, de espacios de ocio, clubes nocturnos, restaurantes, bares, cuidado de los jardines, limpieza y arreglos de calles, renovación y modernización de la planta alojativa, y un largo etcétera de actuaciones que desde décadas se llevan realizando y que son necesarias, pero insuficientes, porque no han acabado con la agónica enfermedad de la ciudad. Comercios, bares, hoteles, restaurantes y empresas ligadas al mundo del turismo lo están pasando muy mal desde hace años. En los propietarios el desánimo domina su estado. Sin embargo, tenemos historia, buen clima, playas, planta alojativa, El Teide, principal atractivo turístico de Canarias, y todo lo necesario de una sociedad turística. Se lleva hablando muchos años, invirtiendo mucho dinero, elaborando planes y realizando “mejoras” urbanas, pero no se consigue avanzar. Entonces, ¿qué pasa? 

            Se necesitan intervenciones inmediatas encaminadas a resolver problemas de infraestructura de toda ciudad turística, pero, aunque necesarias, no son suficientes; también se debe actuar con miras a largo alcance, mirando más allá. Sabemos que el modelo de sol y playa no sirve de referencia para el Puerto de la Cruz, aunque eso no significa que se rechace ni se desatienda, sino que no es competitivo. Para hacer un Puerto de la Cruz competitivo hay que potenciar iconos distintos de los tradicionales, buscar los recursos o productos de los que presume tener, en exclusiva, el Puerto de la Cruz. ¡Y los tiene! ¿Cuáles son estos recursos exclusivos susceptibles de explotación turística? A mi entender, tres son, sin despreciar otros, los pilares sobre los que debe descansar la nueva andadura turística del Puerto de la Cruz: culturales, medioambientales y educativo-universitario. Para poder entender estos recursos (consciente de que no son los únicos) pido al lector cierta atención para poderlos argumentar sucintamente, si no, es imposible comprenderlos.

            Las Islas Canarias han tenido la suerte de estar situadas geográficamente en el Atlántico, dentro de la zona de los vientos alisios, convirtiéndose desde muy temprano en una encrucijada en el camino entre Europa, América y Oriente. El puerto de Santa Cruz se convirtió en un gran apeadero desde la primera expansión europea por mar. Pronto Tenerife adquirió renombre por la exportación de los mejores malvasías canarios, producidos sobre todo en la comarca baja y el valle de La Orotava por la riqueza del suelo y su inigualable clima. Desde el Puerto de la Cruz se exportaban los caldos y atrajo a muchos comerciantes extranjeros (holandeses, ingleses e irlandeses) cuyas huellas marcaron la idiosincrasia del lugar. Pero también la belleza paisajística y presencia del Teide supuso la arribaba al Puerto de la Cruz de muchas de las más distinguidas expediciones extranjeras. Permítame señalar algunas:

1776, el matemático francés Jean Charles Borda es el primero en establecer la correcta altura del Teide, 3.715,8 metros (la real 3.718 metros), con el método de triangulación desde La Paz.  Ello supuso el primer trazado topográfico de las islas y la precisión en las rutas atlánticas.

1785, la famosa expedición francesa de Jean François Galaup, conde de La Pérouse, que tenía por objetivos estudios científicos, médicos, astronómicos, botánicos, además de numerosos objetivos geográficos, etnológicos, económicos (prospección de las posibilidades de caza de ballenas o recolección pieles), así como objetivos políticos (establecer bases francesas o de cooperación colonial con España en Filipinas), visitó el Puerto de la Cruz para ascender los miembros de la tripulación al Teide, además de hacer herborización.

1792, cuando el vizconde George McCartney se dirigía a China como primer embajador de Gran Bretaña en Pekín, visitó el Puerto de la Cruz para que algunos acompañantes ascendieran al Teide y él disfrutara del encantador valle de la Orotava. Su viaje estableció las relaciones entre China y Occidente.

1799, cuando Alexander von Humboldt visitó el valle y durmió en el Puerto de la  Cruz, estableció  las bases de la geografía de la plantas y eligió el Teide como primer volcán activo que, junto con una serie de volcanes americanos y europeos, le ayudarían a establecer las bases de la vulcanología científica. 

1856, el astrónomo Charles Piazzi Smyth, que tuvo como base de operaciones el hotel Casino del Puerto de la Cruz, desde el Guajara y Altavista hizo los primeros cálculos cuantitativos de la radiación termal de la Luna, fue el primer astrónomo en medir la radiación infrarroja de una fuente celestial, aparte de la del sol, estableció correctamente la luz zodiacal, el primero en distinguir perfectamente las estrellas dobles a una distancia de menos que un segundo de arco y  trazó los primeros dibujos de Júpiter, entre otros resultados. 

1910, una expedición de destacados científicos ingleses, austriacos y alemanes, cuyo centro de operaciones fue el hotel Taoro, se trasladó a las Cañadas para realizar desde la perspectiva terapéutica análisis de los fenómenos atmosféricos, respiratorios y alimenticios, así como analizar los efectos de la luz solar sobre la cura de la tuberculosis y enfermedades de la piel, y prácticamente asistimos al origen de la moda de las tomas de sol y el bronceado.

1913, llegó al Puerto de la Cruz Wolfgang Köhler para hacerse cargo del primer centro de investigación primatológico del mundo (situado en Casa Amarilla) de importancia capital especialmente para la psicología cognitiva y sus trabajos influyeron en psicólogos como Lev Vigotsky (1930) o Jean Piaget (1936).

Podríamos enumerar a tantos y tantos naturalistas, viajeros, turistas y miembros de las casas reales europeas que visitaron la ciudad (John Barrow, George Staunton, Nicolas Baudin, Christian Leopold von Buch, William Robert Wills Wilde, Ferdinand Maximilian de Habsburgo, Ernst Heinrich Phillipp Haeckel, Expedición del Callenger, Edmund G.B. Meade Waldo, Ernest Hart, Hans Heinrich Joseph Meyer, Agatha Christie, André Bretón, Dulce María Loynaz, Alberto Sartoris, Winston Churchill, Los Beatles, por señalar algunos) ¿No forman todos ellos parte de patrimonio cultural exclusivo del Puerto de la Cruz que merecen algunas formas de testimoniar su estancia, ya sea museos, esculturas, monumentos, placas u otras formas de reconocimiento?  Incluso algunos merecen museos monográficos por sus trascendencias, como uno dedicado a Charles Borda, otro a Charles Piazzi Smyth, otro a Alexander von Humboldt, otro a Wolfgang Köhler y, por supuesto, otro dedicado a los Beatles, en memoria de su estancia en 1963, y que tantas  expectativas ha despertado estas últimas temporadas. 

Lo mismo podría decir de muchos distinguidos portuenses cuyos apellidos son la gloria del quehacer literario, científico y artístico de la Ilustración en Canarias y Universal. Creo que las casas de las familias Iriarte, Betancourt, de la Cruz y Baeza deben ser reabiertas como museos de sus vidas y obras porque forman parte del patrimonio cultural local susceptibles de convertirse en recursos turísticos, también como recurso educativo en la escuela y de la sociedad en general.  Los casos donde sean imposibles establecerlos en las viviendas de nacimiento, se ubicarían en otros inmuebles. 

            Por otro lado, el Puerto de la Cruz  ha sido cuna del turismo en Canarias. Pues bien, se necesita emblemas que lo atestigüen. Igual que Grecia, Italia y otros países tienen sus monumentos e inmuebles que son particularmente estimados y conservados para su proyección turística, nosotros tenemos nuestros monumentos y los antiguos hoteles aún en pie como parte de nuestro patrimonio histórico susceptibles de visitas turística: Casa Sol, hotel Marquesa, hotel Monopol, Sitio Luna, English Hotel Carpenter, Tremearnes’s Hotel, hotel Casino y el hotel Taoro, por citar algunos. Incluso otras realidades patrimoniales que necesitan medidas de conservación, de fórmulas de protección y de uso turístico como otros edificios arquitectónicos, ermitas, iglesias, yacimientos arqueológicos, laderas, jardines, etcétera. Se necesitan unos museos que testimonien la importancia histórica del Puerto de la Cruz en el turismo así como en la historia económica del archipiélago.

            Todos estos museos o monumentos, además de atestiguar el valor cultural y patrimonial del Puerto de la Cruz, son recursos turísticos cuyas visitas a los mismos cubrirían horas y días de los turistas, sintiéndose satisfechos después del baño o de un día nublado no de playa, de los que abundan muchos por esta zona.

Ahora bien, el turismo ─y sobre todo el del Puerto de la Cruz─ ha estado y está muy ligado a la riqueza medioambiental y paisajística del valle de La Orotava. Por eso, la presión medioambiental que sufre el valle con el desarrollo urbano ─tanto La Orotava, Los Realejos como el Puerto de la Cruz─ y la red viaria han afectado en los últimos años al turismo portuense muy negativamente y ha incidido en su posible recuperación. Hay que evitar un desordenado crecimiento urbano y que el trazado de la red viaria siga violentando el marco natural y paisajístico del valle. Hay que plantar mucha vegetación, evitar la tala indiscriminada de árboles, conservar los caminos y senderos rurales antiguos (muchos de ellos hoy desaparecidos o abandonados) para el uso del hombre de a pie, del visitante, del turista, que quiere disfrutar de los elementos más característicos de la zona: el clima, el paisaje y la naturaleza.

Entiendo también que la conservación ambiental y natural de los elementos patrimoniales de los que dispone el Puerto de la Cruz requieren un impacto mínimo a la hora de la intervención con los proyectos urbanísticos y trazados de desarrollo en aras de preservar su riqueza patrimonial.

Y espero que no se contemple lo expuesto hasta ahora como una simple opinión personal mía ─creo compartida por una gran mayoría─, sino como la expresión de una realidad innegable y veraz consecuencia del desarrollo histórico del Puerto de la Cruz, porque el turismo en el Puerto de la Cruz se inició por su historia, su clima, medio natural, paisaje y su atractivo. Sobre estas realidades descansan las singularidades de la ciudad: centro neurálgico del comercio en los siglos XVII y XVIII; área de asentamiento de colonias extranjeras; espléndido clima, entorno paisajístico, lugar de visita a lo largo de su historia y cuna del turismo en Canarias. Todo esto, considerado en su conjunto, forma el patrimonio histórico, cultural y natural exclusivo del Puerto de la Cruz; forma la simbología colectiva de sus hijos, que, junto con otros elementos iconográficos, debe ponerse en explotación turística dentro del marco de una oferta alternativa, de desarrollo sostenible.

Y no menos importante es el aspecto educativo como motor de generar calidad turística y ciudadana. El Puerto de la Cruz debe establecer un centro de estudios vinculado a la Universidad de La Laguna que imparta cursos, organice jornadas y congresos en la ciudad. Una Universidad de Invierno referencia obligada en muchos ámbitos del turismo, y para el aprendizaje de lengua española por extranjeros como eje permanente de estudios.

            Por otro lado, el consistorio debería realizar un convenio con la Escuela Universitaria de Turismo Iriarte del Puerto de la Cruz, único centro universitario de Canarias adscrito a la Universidad de La Laguna, para celebrar encuentros y elaborar proyectos para dar a conocer la cultura que debe impregnar toda actividad relacionada con el mundo de los viajes y el turismo, desde los destinos a las consideraciones como empresa, cuya finalidad es conseguir beneficios económicos para la ciudad, respetuosos y compatibles con un desarrollo sostenible. Así como se debería elaborar un convenio de difusión de la cultura del turismo en los centros docentes infantiles y juveniles del municipio para despertar la cultura y sensibilidad por el turismo. Del mismo modo debe hacer extensible el acercamiento a la futura Universidad Europea de Canarias (UEC) que se establecerá en La Orotava a partir de 2013.  

La Escuela Universitaria de Turismo Iriarte publica desde el año 2008 la revista TURISMO de ámbito de toda la Macaronesia. La revista, a su vez, organiza un congreso bianual de turismo con la publicación de un monográfico extra con las ponencias de los participantes. Hasta ahora el apoyo ha sido nulo, pero considero que es un escaparate cultural y promocional en tanto en cuanto da pie a la celebración de un congreso que atraerá a personas del mundo universitario a la ciudad y y generaría ocupación hotelera. Se debe de entender como un elemento de proyección universitario del municipio al exterior que el ayuntamiento debería de aprovechar como inmejorable tarjeta de presentación del Puerto de la Cruz.

Y por último, la Universidad Popular Francisco Afonso debe revitalizarse y organizar cursos de formación laboral permanente para conseguir buenos profesionales del sector turístico, extendiendo la universidad títulos de capacitación para ocupar puestos de trabajo en el municipio. La formación profesional es necesaria porque es muy deficiente la atención a los visitantes en los centros de ocio y otros servicios. En un centro turístico como el Puerto de la Cruz la calidad debe cuidarse muchísimo.

El nuevo Consorcio recién formado dentro del Plan de Horizonte 2020 debe de considerar como grandes objetivos turísticos la potenciación de estos iconos distintos a los tradicionales. No se puede atraer visitantes sin ofrecerles unos productos atractivos. Las actuaciones para favorecer la recuperación turística deben de descansar en estos nuevos iconos, en estos nuevos recursos, en las singularidades de la ciudad. El reconocimiento de todos estos valores singulares (históricos, culturales, climáticos y medioambientales) y su puesta en práctica situaría al Puerto de la Cruz en una posición privilegiada  como lugar turístico diferenciado, referente dentro de la red mundial del movimiento de viajeros.

Ahora bien, para recuperar al Puerto de la Cruz como destino turístico de calidad y sostenible es importante implicar a todos los actores sociales, sin exclusión; empresarios, políticos, ciudadanos, profesionales deben dialogar para encontrar ámbitos de coincidencia en la búsqueda de soluciones para un futuro mejor del Puerto de la Cruz. Existe una nómina apabullante de recursos turísticos, pero es necesario elaborar un plan estratégico de actuación sobre la base de lo puramente singular y exclusivo del Puerto de la Cruz.  La demora de una discusión sosegada del  modelo turístico adecuado para la ciudad la pagaría muy caro las futuras generaciones y alargaría la situación agónica que se está viviendo.

Para ello ayudaría mucho responder ¡ya!, de una vez por todas,  a una pregunta muy sencilla ¿qué tipo de turismo se quiere para el Puerto de la Cruz?