VIAJE POR LA HISTORIA DEL PUERTO DE LA CRUZ

 Nicolás González Lemus

 Por sus relaciones comerciales, su clima suave y paisaje coronado por el Teide, el Puerto de la Cruz se convirtió en un temprano centro “turístico”. El turismo forma ya parte del ADN de la ciudad. Los hoteles son hoy los elementos esenciales del paisaje. Los espacios urbanos de los Llanos de Martiánez, Los LlanoTURISMO PUERTOs de La Paz, San Felipe, San Fernando y otros conforman hoy una red de hoteles dentro de lo que fueron unos terrenos agrícolas. El casco antiguo aún conserva espléndidos inmuebles, algunos con sus torres-miradores construidos por los comerciantes para observar la llegada de los barcos, conventos, templos y hoteles históricos, todos ejemplos de su pasado esplendoroso. Así comienza la guía –español e inglés– de bolsillo, que acaba de publicar LeCanarien, de 40 páginas, 120 fotos a color y unos 20 mapas con las rutas indicadas de sus calles para orientar a los visitantes, nacionales y extranjeros,  que quieran disfrutar de la rica historia de la ciudad. Está dividida en dos partes, dos paseos, las dos caras de la ciudad turística, la marítima (turismo terapéutico) y la  aeronáutica (turismo de ocio). Y las dos se completan con un asalta a la plaza del Charco

Un paseo trata de acercar al visitante a la primera edad de oro del turismo en el Puerto de la Cruz, a sus orígenes (1880-1930). Comienza con la formación de la compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de La Oro­tava responsable de abrir, el 1 de septiem­bre de 1886, el primer hotel de la ciudad, Orotava Grand Hotel o Sanatorium (futuro hotel Martiánez) en una casa en los Llanos de Martiánez. Dada su escasa capacidad alo­jativa, la compañía arrendó tres casas más: Casa Zamora (futuro hotel Monopol); Casa Marqués (futuro hotel Marquesa) y Casa Lavaggi (hotel Buenavista, hoy hospital geriátrico). A continuación se explica la formación de la Compañía Taoro, responsable de la construcción del hotel Taoro. Sus personajes claves y sus huéspedes distinguidos se encuentran en sus páginas, y el paseo por las calles permite des­cubrir y conocer los encantos de algunos inmuebles, bustos y templos que van apareciendo a uno y otro lado. Llama la atención el antiguo hotel Augusta, establecido en 1930 por la princesa María Augusta de Anhalt (1898-1983), esposa del príncipe Joaquín de Prusia, hijo del emperador Guillermo II, que tras su viudedad, se casó en 1926 con Johannes-Michael Freiherr von Loën, momento en que se traslada a la isla. Confluye en la plaza del Charco,  centro neurálgico de la ciudad turística donde confluyen todas las calles. Aunque el espacio existía desde antiguo, no fue hasta el siglo XVIII cuando desarrolló su función social y económica. A su alrededor estaban los almacenes de las casas comerciales Cólogan, Power, Cullen, Franchy, Lecuona, Pasley & Little, Reid, González de Chaves, entre otras firmas. En el lado sur de la plaza entonces estaba el bar de copas el Dinámico, un kiosco neomudéjar, con base de mampostería y templete de madera para música construido alrededor de 1910. Y aún se conserva en el lateral oeste de la plaza la fonda Casino, establecida en 1856. Bello inmueble cuyo patio está prácticamente igual.

El otro recorrido, a diferencia del anterior, trata  de descubrir la historia de la segunda edad de oro del turismo en la ciudad, su consolidación, desde 1950 a 1975. Parte de mismo punto, plaza Viera y Clavijo, pero en lugar de tomar la calle Valois, el visitante toma el paseo Aguilar y Quesada (paseo de las Palmeras). Comienza con Isidoro Luz Carpenter, que siendo alcalde desde 1944 a 1963, realizó las principales transformaciones y estrategias para conseguir una ciudad turística. Funda el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias en 1953; establece una Oficina Local de Turismo en 1954; declarara al Puerto de la Cruz Lugar de Interés Turístico el 13 de octubre de 1955 –entonces el Puerto de la Cruz no figuraba en el Registro de los Municipios de España con la categoría de pueblo, razón por la cual fue declarado “lugar” y no “municipio”–; consiguió el título de ciudad en 1956; autorizó el 23 de enero de 1957 la construcción del Lido San Telmo y ordena la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en 1958, primer PGOU del Puerto de la Cruz, pionero en la provincia.

En la playa de Martiánez dio comienzo esta fase del turismo, primero con la construcción del Termal Palace, sobre un trozo de terreno de 3.300 m² en el frente norte de los Llanos de Martiánez, arrendado por los hermanos Guillermo y Gustavo Wildpret Duque por un período de 24 años a sus los propietarios, los hermanos Pedro y Sebastián Fernández Perdigón. Era un edificio de estilo neogótico victoriano de madera importada de Alemania y montada por especialistas alemanes, decorado por Francisco Bonnín. Se inauguró en 1912 y se convirtió en un centro de ocio donde se ofrecía una extensa variedad de actividades culturales, además de contar con bar, restaurante, sala de billar, gimnasio, entre otras prestaciones. Sobre sus restos Pedro y Sebastián Fernández Perdigón facilitan ahora la parcela a una sociedad para establecer en 1940 las piscinas de Martiánez. La explotará Enrique Talg Schulz. Fueron muy frecuentadas por lugareños y turistas extranjeros. Se cerró al público el 30 de abril de 1964 y poco después fueron demolidas.

En el período de entreguerras se pone de moda ir a la playa para tomar baños de mar, y pasar varias horas en la arena para respirar la brisa marina, aunque todavía se trataba resguardarse del sol. Baños que solo se tomaban en la playa de Martiánez. Un largo espacio de arena estaba ya parcialmente protegido por un muro, boyas de salvavidas y en verano, que se solía llenar de usuarios, entonces se ponía un bote. Ya contaba con duchas de agua fresca, cabinas para los bañistas y restaurante, además de una pista de tenis.

Se habla del Columbus, construido en 1963 por José Manuel Sotomayor, que en 1971 el matrimonio alemán Heinrich y Catherine Meul asumen la concesión administrativa, formando la Sociedad Columbus; y el paseo sigue a lo largo de la avenida Colón, para contemplar los hoteles Tenerife Playa, (1957-1963), por iniciativa de Cándido Luis García Sanjuán; el Bélgica, (1957)  por iniciativa de los belgas Walter Vandeputte  y Albert Verburgh; el Valle Mar (1959), en principio se iba a llamar hotel Colón, fue construido por la familia Ybarra; las Vegas (1959) por iniciativa de una sociedad de siete accionistas, razón por la cual se le conocía por “Los Siete Magníficos”, y la pensión Bunge (1962), del alemán Hartwig Bunge. Contemplar el conjunto de piscinas artificiales formado por tres espacios diferenciados por sus sucesivas fase de construcción: la primera la conforman las piscinas del antiguo Lido San Telmo, inaugurado en 1957; la segunda y tercera zona son originales del artista lanzaroteño César Manrique, construidas por Luis Díaz de Losada según proyectos de los ingenieros Juan Alfredo Amigó Bethencourt y José Luis Olcina Alemany.

No podía faltar la mención al promontorio con la batería de San Telmo, construida en 1701 para la protección de los navíos que desembarcaban en el fondeadero del Rey de las amenazas de posibles ataques piráticos, y la actual ermita (de 1780), construida por el gremio de mareantes. Desde 1967 el Obispado Nivariense y el Secretariado Católico Internacional de Alemania (KAS) acordaron ceder la ermita para la celebración de los cultos en idioma alemán. La señal que dividía el espacio geográfico rural de Martiánez y la ciudad antigua.

El resto del trayecto por las calles San Telmo, Santo Domingo y las Lonjas, donde se encuentra la capilla, construida en 1891 por Gregorio Pérez Yánez, y sus fundadores fueron Sebastián Castro Díaz, Martín Hidalgo y Félix García Morera, estos dos últimos llegaron de Lanzarote y se dedicaron a actividades relacionadas con el puerto y los barcos, y Félix tenía una lonja de pescado salpreso en la ubicación de la capilla. Posee un rico patrimonio de fanales, candelabros, sitial y sudario bordado. Cuando se llega al muelle, cuya parada es de sumo interés, pues se encuentra la casa de la Aduana Casa (1620), es el único edificio del siglo XVII conservado en el casco urbano. Dependencia de la Real Hacienda hasta 1833. En 1958 la compró y residió el pintor Geofery Hougtton-Brawn, a quién se la compró Austin Baillon en 1963 y la convirtió en su residencia personal, además de explotación turística. Actualmente la casa ha sido adquirida por el Cabildo Insular de Tenerife y se encuentra el Museo MACEW del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias.

            Termina en la plaza del Charco,  que en los años dorados del turismo de Sol y Playa se encontraba la mejor parada de taxis de toda España. Entonces se llamaba del General Franco, y en el lado sur estaba el bar Dinámico, construido por José Manuel Sotomayor y Carmona sobre las ruinas del kiosco neomudéjar, inaugurado el 13 de julio de 1956. Se convirtió en un lugar de encuentro popular entre los lugareños y turistas asiduos a la ciudad y foro de tertulias generacionales, que gustaban de disfrutar de tan apacible lugar, bajo la sombra de los grandes laureles de Indias. Lamentablemente también se destruyó.

Son algunas de las pinceladas sobre los muchos aspectos que trata la guía, que acaba con una relación de destacados personajes –locales y extranjeros– que han hecho posible la formación de la ciudad turística. Sin  precedentes, imprescindible.