La Prensa, EL DÍA

El nombre de James Cook (1728-1799) evoca, sin duda, el viajero más relevante del siglo XVIII y una de la figuras más grandes de la historia de la navegación.

James Cook era uno de los siete hijos de un peón emigrante escocés que se estableció en Marton (Yorkshire). Recibió una educación básica y desde muy joven se pone a trabajar en una tienda de Staithes, una aldea de pescadores cerca de su casa. Allí se desarrolló su fascinación por el mar. En 1746 trabaja como aprendiz con la familia Walker, que tenía una compañía de armadores en Whitby. Mientras residía ahí, estudia por su cuenta matemáticas y navegación. En 1755 ingresó en la Royal Navy, donde asciende como capitán cuatro años después, tomando parte en la ocupación de Quebec (1759). Fueron precisamente los mapas que elaboró y los detallados informes sobre un eclipse de sol que observó el 5 de agosto de 1766 mientras inspeccionaba las costas de Labrador y Terranova lo que le acreditaron como un firme explorador.

El primer viaje (1768-1791).

Sin que él supiera nada, la Royal Society y el Almirantazgo estaban preparando desde hacía tiempo un proyecto para enviar una nave con experimentados especialistas «hacia en Sur», con el propósito de observar el paso del planeta Venus por delante del disco solar el 3 de junio de 1769.1 Aunque las intenciones cara a la galería del viaje fueron estrictamente científicas, el Almirantazgo inglés se proponía continuar la carrera por la posesión de nuevos territorios para la expansión imperial británica. Cook fue elegido por el Almirantazgo para mandar la expedición. La Royal Society dio su aprobación, y el 5 de mayo de 1768 James Cook recibió oficialmente la noticia. El barco era el Endeavour, suministrado por la compañía Whitby, para la cual él había trabajado. James Cook recibió del Almirantazgo la obligación de cartografiar todos los tirritorios que se fueran descubriendo, observar la naturaleza del suelo y sus productos y tomar posesión en nombre de su Majestad de las islas y los emplazamientos de interés para la Corona.2

El 30 de junio de 1768 zarpó el Endeavour de Londres con destino a Plymouth, donde debía recoger a una serie de naturalistas y astronómos. Entre estos sobresalía el naturalista y astrónomo sueco Daniel Solander, al astrónomo Charles Green, a Joseph Banks*, un joven rico de 25 años, que ya era conocido como naturalista y filósofo en los circulos de la intelectualidad inglesa, al pintor Alex Buchan y otros. El 23 de agosto, el Endeavour soltó amarras y tomó rumbo hacia el Sur.

Atracó en Madeira, donde adquirió 125 kilos de carne fresca, 14.000 litros de vino, cebollas y más provisiones. Desde Madeira se trasladó a las Canarias. Llegó el 23 de septiembre a Tenerife, pero parece que solamente costeó Tenerife. Las informaciones sobre esta primera visita del Endeavour son contradictorias. James Cook nunca menciona en su diario de viaje una estancia en la isla. Robert Kerr, miembro de la Royal Society y de la Anthropological Society, en su estudio sobre los viajes de Cook comenta que aquí se encontraron con Thomas Heberden y que el 24 abandonaron Santa Cruz de Tenerife rumbo a Cabo Verde. Sin embargo, el estudio de J. D. Hooker sobre Banks situa lel encuentro con T. Heberden en Madeira (aspecto que se analiza cuando tratemos a Joseph Banks).

El Endeavour toma rumbo a Tahití y ancló en la bahía de Matavaï, al norte de la isla, el 13 de abril de 1769.3 En Tahití falleció, víctima de una enfermedad, el pintor Alex Buchan. Fue la mañana del 17 de abril. Bank y Cook decidieron llevarle a alta mar y evitar así su enterramiento en tierra. El 3 de junio, por fín Cook, el doctor Salender y el astrónomo Green situan sus respectivos telescopios y observaron el tránsito de Venus.4 Permaneció tres meses en la isla y a continuación se dirige hacia el Sur, en busca del continente austral. En el curso de esta travesía las islas del Almirantazgo y las islas Sociedad, bautizada con este nombre en honor de la Royal Society. Navegó alrededor Nueva Zelanda, de la que hizo una detallada inspección, y posteriormente se dirigió a Australia, que aún no había sido colonizada por ningún europeo. Cook analizó su extensión y posición del continente.

El Endeavour llegó a Inglaterra, vía Ciudad del Cabo, el 13 de julio de 1771. Su retorno levantó en Londres una ola de entusiasmo. Los periódicos estaban llenos de artículos. Sin embargo, fue Joseph Banks, y en menor medida Solander, quien atrajo más la atención. Banks se había hecho con una extraordinaria colección de plantas exóticas y meterial geológico. Cook se retiró humildemente a su casa, pero mientras en sociedad se agasajaba a Banks, en los ambientes oficiales se alababa a James Cook.5

El segundo viaje (1772-1775).

El Almirantazgo aprobó por unanimidad el total de las actas del primer viaje de Cook. El rey en persona se interesa y le recibe en agosto de 1771. Cook manifiesta le regala un ejemplar del diario de viaje y manifiesta que era partidiario de un segundo viaje para resolver el misterio del Continente Austral. El Almirantazgo aprueba la propuesta del marino y adquiere dos carboneros a Whitby iguales que el Endeavour, cuyos nombres eran el Drake y el Raleigh. El Almirantazgo los rebautizas por los de Resolution y Adventure para que los españoles no se molestaran por el mal recuerdo que sugería los dos famosos lobos del mar.6

En esta segunda expedición, James Cook pretendía cruzar los Mares del Sur y llegar hasta el Antártico. Le acompañan los astrónomos William Wales William Bayly, el dibujante William Hodges y el naturalista prusiano Johann

R. Foster. Cook embarcó en el Resolution.

Con esta expedición quedó delimitado el hemisferio Sur y, a excepción de los hemisferios polares, los oceanos de la Tierra. En efevto Cook tardo unos tres meses en romper los hielos del Polo Sur sin éxito.

De nuevo Cook hizo escala en su ruta hacia en Sur en Madeira para aprovisionarse de vino y víveres. En esta ocasión no pasó por Canarias.

El tercer viaje (1776-1780).

El 12 de julio de 1776 James Cook se hizo de nuevo a la mar en el Revolution. Le acompañaban en esta ocasión el pintor John Webber, el médico cirujano William Anderson y dos jóvenes que llegarían a ser grandes navegantes en los anales de la navegación. Se trataba de George Vancouver* y William Bligh*, que más tarde sería el comandante del Bounty. Los naturalistas en esta ocasión fueron varios oficiales, destacando James King. Además del Resolution se encontraba el Dicovery al mando del capitán Charles Clerke.

El principal objetivo de su tercer viaje era intentar descubrir una ruta marítima, navegable y comercial, que por el norte del continente americano comunicara al Pacífico con el Atlántico. Gran Bretaña estaba en vías de perder sus colonias en el norte de América (Estado Unidos) y necesitaba establecer una ruta comercial del té y otros artículos de China mucho más corta y menos vulnerable en tiempos de guerra que las existentes.7 Por un lado, la de Panamá en manos de los españoles y, por otro, el Cabo de Hornos, una ruta larga y peligrosa, y el Cabo de Buena Esperanza, que, si bien era una ruta paracticada entonces, representaba el viaje más largo y caro que podía emprender en aquella época un mercante inglés.8 Cook confirma la existencia de un paso septentrional para los barcos desde el Pacífico Norte al Atlántico. Cook también descubrió varias islas y el archipielago de Hawai. Alcanzó la costa de Oregón y se dirigió hacia el Norte. En la latitud de los 70º se vió obligado a retroceder por el hielo y se dirige de nuevo a Hawai. En el viaje encontró la muerte el médico de a bordo William Arderson víctima de su tuberculosis.

Pero, el James Cook de este viaje era muy diferente. El audaz navegante, el hombre de ciencia, lleno de curiosidades se comportó de otra manera. En opinión de Beaglehole, el mejor biógrafo del capitán Cook, éste estaba exhausto: su cuerpo, su mente y su alma habían sido puesto a prueba demasiado, durante años, bajo una extrma responsabilidad.9 En vez de eso, para otros se trataba de una falta de vitaminas B que Cook padecía a causa de parásitos intestinales y que conducía a profundas alteraciones de personalidad.10 Fuese como fuere, James Cook hizo azotar, incluso fusilar, a indígenas por hurtos sin demasiada importancia. Por ejemplo, en Moorea quemó 25 canoas y dejó que sus hombres se entregasen al saqueo, sólo porque habían robado una cabra. Encontró la muerte en Hawai de manos de los nativos en Enero de 1779. Los hawaianos lo consideraban un dios, y a pesar de darle muerte trataron su cadáver con gran reverencia. Se decidió continuar la exploración al mando del Capitán Clerke. Regresaron a Inglaterra en agosto de 1780.

El Resolution en Tenerife.

El relato de los viajes fueron originalmente publicados en tres volúmenes. El primero y el segundo fueron escritos por James Cook. Pero el tercero a causa de su muerte trágica no pudo escribirlo él. Incluso tampoco pudo terminar su diario a bordo. Cuando James Cook muere, el capitán James King se encargaría de redactarlo desde el 17 de enero de 1779 en adelante.11 Fue el mismo capitán James King quien redactó el tercer viaje de Cook y la estancia del Resolution en Tenerife. Su trabajo está enriquecido por comentarios que hizo sobre la isla el médico de a bordo William Anderson.

Cuando se dirigía al Cabo de Buena Esparanza, el Resolution pierde el heno y los cereales del ganado como consecuencia de una fuerte tormenta de mar a la altura del Golfo de Vizcaya. Decidió hacer escala en Santa Cruz de Tenerife para reponer lo perdido y tomar víveres y provisiones. Fondearon en el muelle el 1 de agosto. En Santa Cruz encontraron fondeada la fragata francesa Boussole de Borda, que había hecho su segundo viaje a la isla para medir la altura del Teide.

Los viajeros desembarcaron. Casi todos los días, el capitán James King se lanzaba a la calle, cuaderno en mano, para anotar sus impresiones sobre la capital de la isla. Le sorprendió la esterilidad del paisaje de Santa Cruz y que la mayor parte del trabajo pesado le realizaban las mulas. Los caballos eran escasos y lo usaban fundamentalmente los oficiales. También usaban los bueyes que con un yugo sobre la cabeza se apoyaban unas piezas de madera para arrastrar los toneles de vino. Hace una descripción de todas las provisiones que normalmente compraban los viajeros a su paso por la ciudad. Se encontraba el vino. No era tan bueno como en de Madeira, pero su precio era mucho más bajo que el de la isla portuguesa, lo que compensaba la compra. Cuando Cook lo prueba más tarde comprobó que era de muy pobre calidad. Comprarom trigo, frutas (moras, peras, melones y plátanos), calabazas, bueyes, corderos, cabras y papas muy baratas. Sin embargo, sigue relatando King, el trigo producido en la isla no era muy abundante, por lo que se solía importar de América del Norte, tomando a cambio vino. El vino era el único artículo destacable del comercio de Tenerife con el extranjero.

Algunas de las observaciones hechas sobre la isla se le deben al naturalista y médico William Anderson. Sobre las dos de la tarde Anderson y 4 oficiales más, sin indicar quienes eran, alquilan unos mulos y suben a La Laguna. Llegaron entre las 5 y las 6. El camino lo consiredó muy malo. Encontró la ciudad del Adelantado muy limpia, aunque no merecía el nombre de ciudad. Indica Anderson que apenas se encontraban ya algunos viñedos y muchas casas comerciales establecidas antiguamente ya han abandonado el lugar. La Laguna decaía día a día, mientras que, por el contario, Santa Cruz aumentaba cada vez más. Anderson, como naturalista, también presta atención a ciertas plantas de la vegetación de la isla, en especial el Cardón. En esa época la gente los cortaban y después de dejarlo secar lo utilizaban como leña para cocinar.

Pero como médico y afectado de tuberculosis, Anderson prestó especial atención al clima de la isla. Europa se había convertido en el destino del viajero inglés. Era el siglo del Grand Tour. Muchos recorrían el continente europeo para aprender, para completar su formación. Pero otros se trasladaban por problemas de salud (invalids), en su mayoría, enviados por sus médicos. Anderson considera el clima y el aire de la isla de una salubridad excelente para la cura de sus pacientes. Por tal razón, se sorprende que los médicos ingleses no hayan pensado enviar a los enfermos a Tenerife en lugar de Niza o Lisboa.

 

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1 Gray, William. Tras las huellas del capitán Cook. Nathional Geographic Society. Folio. Madrid, 1993. vol.I. Pág., 38.
2 Puig-Samper, Miguel Ángel. Las expediciones científicas durante el siglo XVIII. Akal. Madrid, 1991. Pág., 15.
3 Cook, J. Diario del primer viaje. Olañeta. Barcelona, 1988. Pág., 17.
4 Ibídem., pp., 27.
5 Gray, W. Op. Cit. v.ii. Pág., 104.
6 Price, Grenfell A. Los viajes del capitán Cook. Serbal. Madrid, 1985. Pág., 136.
7 Price, A.G. Op. Cit. Pág., 255.
8 Ibídem.
9 Gray, W.R. Op. Cit. v.ii. Pág., 148.
10 Ibídem.
11 Cook, J. Op. Cit. v.iii. Pág., 89.