El Borrador N º, 34 DIARIO DE AVISOS
La condesa Olga Meraviglia-Crivelli, acompañada de su hermana mayor Maria, visitó Tenerife entre el 28 de marzo y el 24 de abril 1906, por sugerencia del cónsul austro-húngaro en las islas, Georg von Galatti.
Las dos hermanas tomaron en Génova el vapor Bresil de la naviera italiana La Veloce, que hacía la ruta Génova-Buenos Aires. Partía desde el puerto italiano cuatro veces al mes y durante su travesía hacía escala en Barcelona, Cádiz para dirigirse posteriormente a Santa Cruz de Tenerife, donde hacía escala tres veces, y después a Las Palmas de Gran Canaria, donde solamente hacía escala una vez al mes. Los agentes en los puertos isleños eran The Tenerife Coaling Co. en Tenerife y The Grand Canary Coaling Co. en Gran Canaria. La mayoría de los pasajeros en el viaje de las hermanas Meraviglia-Crivelli eran emigrantes italianos y españoles que iban a Argentina.
Lo primero que hizo el cónsul cuando las turistas austrohúngaras llegaron a Santa Cruz fue llevarlas al hotel Quisisana, situado en la montaña privilegiada de Los Campitos, costruido por el británico Henry Wolfson en 1903 y dirigido por Christian H. Trenkel, quien a su vez dirigía el Aguerre (La Laguna) y el Martiánez (Puerto de la Cruz). Era el auténtico hotel de lujo de la ciudad, muy visitado el establecimiento para almorzar y cenar por los extranjeros y burguesía capitalina por su esplémndido restaurante. Sin embargo, a pesar de sus confortables comodidades y atractiva posición, no tenía ascensor ni suites (habitación con cama, vestuario y baño) para ofrecer a los turistas, deficiencias que pretendía subsanar su propietario Henry Wolfson, que probablemente su temprana muerte, el 7 de octubre de 1909, a los 52 años, se lo impidió .
Cuando las hermanas Meraviglia-Crivelli llegaron a Santa Cruz de Tenerife, la ciudad estaba llena banderas y el pueblo en movimiento, dando gritos de júbilo por la visita del primer monarca español que recalaba por las Islas Canarias: rey Alfonso XIII, abuelo del actual rey de España, Juan Carlos. Además de la familia real, integrada por el rey y su hermana María Teresa con su esposo Fernando de Baviera, formaban también parte del grupoÁlvaro de Figueroa y Torres (1863-1950), conde de Romanones, ministro del Interior y de Jornada, su secretario, el joven abogado del Estado Niceto Alcalá Zamora (1877-1949).
La ciudad estaba llena de júbilo. Por primera vez, después de 400 años, se decía, estaba el rey de España visitando las islas. Todos estaban entusiasmados, seguramente no sólo por la visita del rey, sino también por la amable forma de ser, que transmitió el joven y juvenil rey.
El cónsul Galatti invitó a las hermanas al barco del rey para conocerle personalmente y saludar a su hermana la infanta María Teresa, a la cual ya conocían, y su marido el duque Fernando de Baviera. El rey impresionó a la autora de forma muy positiva: “Él parece alegre en sus emociones, espontáneo en su expresión, y por estas cualidades va a encantar a las masas, por lo menos yo, pour ma personne, tengo esta impresión. La naturalidad tiene para cada persona su propia magia, aún más con los grandes del mundo, a quienes muchas veces hace falta esta cualidad.”. Que bien sabrían las turistas que el joven abogado del Estado que acompañaba al rey, Niceto Alcalá Zamora, sería el primer presidente de la II República Española, tras la caída de la monarquía borbónica en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.
A los dos días de estancia en la ciudad, el 30 de marzo, las hermanas aristócratas, acompañadas por el cónsul, dieron un paseo por la costa. En esta ocasión el cónsul les enseñó plantas de cochinilla, las cuales, todavía, tenían uso en la isla, aunque ya no las utilizaban para la exportación. Además las viajeras se interesaban por las casas en cuevas, de la población más pobre, visitándolas el día siguiente en el Barranco de Santos: “Están construidas en las rocas, pero parecen ser secas y saludables. Tenían aspecto bastante limpio y tienen ventanas y puertas. También vieron otras cuevas que eran usadas como ventas.” También fueron a San Andrés, que la decepcionó, no sólo por los mendigos pesados, con los cuales también se tenía que enfrentar más tarde en el Puerto de la Cruz, sino porque “el mismo pueblo es sucio, ni siquiera pintoresco. En la playa solamente había zapatos viejos, medio podridos y otras basuras. Además los jóvenes gritaban “pennys”, armando un jaleo horrible, pidiendo su tributo, que no le hemos dado de todas maneras. Nos siguieron con su alboroto atronador, hasta que nosotras estuvimos ya bastante lejos del pueblo”.
Tomaron el tren eléctrico hasta Tacoronte para trasladarse al valle de La Orotava. La meseta de la Laguna le recordó a la condesa el paisaje austriaco. A partir de aquí la isla era todo un encantador paisaje. “Todo está cultivado. Especialmente las plataneras frondosas, con sus racimos abundantes, recuerdan a las imágenes del país de Jauja. Cientos de estas maravillosas frutas cuelgan de un solo ramo, cubriéndolas las hojas. Parecen algo gigantesco. La verdad que es mágico.”
En el Puerto de la Cruz se alojaron en el balneario “Humboldt” (hotel Taoro), llamado así porque estaba arrendado por una compañía alemana desde 1905. Las dos hermanas se quedaron hasta el 21 de abril en la ciudad turística. Desde allí hicieron unas excursiones. A la Villa de La Orotava, dos veces (el 7 y el 10 de abril), la primera vez visitaron el jardín de la marquesa de la Quinta Roja; Los Realejos, que le pareció muy pintoresca por su situación, la visitaron el 13 de abril, y el 16 de abril fueron acompañadas por el cónsul a Icod. El paisaje de esta lado de Tenerife, con su mezcla de árboles refrescantes en las laderas, de fuentes y sitios secos, de sol, con la vista al mar, representa una simbiosis de Alemania y África: “(…) eso es la particularidad de esta parte de la tierra: los trópicos y la tierra natal nórdica en su mejor creación.”
El 24 de abril las hermanas Meraviglia-Crivelli se embarcaron en el vapor Sokote con dirección a Madeira, a donde llegaron el día 26 de abril para continuar su viaje turístico.
Correspondiente al programa radiofónico “Distinguidos viajeros por Canaria” en GenteRadio, el martes 18 de noviembre de 2008 de 12 a 13 horas
Nicolás González Lemus