LOS BEATLES EN LOS REALEJOS

 

Excmo. Señor alcalde del Ayuntamiento de la Villa de Los Realejo, Señor  Presidente de la sociedad “Círculo Viera y Clavijo”, miembros de la corporación, autoridades, amigos y amigas, público en general, muy buenas noches.

En primer lugar quisiera dar las gracias a la sociedad Círculo Viera y Clavijo  por haberme honrado a ejercer de mantenedor en su FIESTA DEL ARTE.  En segundo lugar, quiero felicitar a la misma sociedad por su acertada decisión de escoger para la  celebración de su acto la estancia de los Beatles en Los Realejos, donde pernoctaron durante sus vacaciones en Tenerife,  junto con Astrid Kirchherr y Klaus Voormann.  Y quiero hacer público esta noche mi agradecimiento de nuevo a la misma sociedad porque esta invitación me brinda una nueva oportunidad de rendir homenaje a los músicos  de los Beatles, quizás los más distinguidos turistas del siglo XX que  visitaron Los Realejos, y que este año se celebra el 50 Aniversario de su fundación, organizándose actos de homenajes por todo el mundo.

Apenas se necesita presentar a los  cuatro de Liverpool, sobre los cuales se han editados decenas de libros, realizado cientos de ensayos y son miles las entradas en internet. Su música puede gustar o no, pero nadie duda que su incidencia en la música pop –con un buen número de composiciones de  gran calidad- ha sido decisiva en el panorama de la música popular, y su aparición en la civilización occidental marcó un cambio cultural que ha influido, no solo en la música, sino también en la vida moderna, incidiendo con determinación en la percepción de la vida, las costumbres, valores, gustos, así como en el diseño, la moda, publicidad, etc, etc, etc.

Los Beatles marcaron un verdadero hito. Cinco décadas después siguen constituyendo el punto de referencia común más importante (y quizás el único) en la memoria de la generación de los sesenta.

El viaje de los Beatles a Tenerife se engendró en Hamburgo. Hamburgo fue el lugar donde se consolidaron los Beatles y entonces lugar de origen del viaje a Canarias. John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y el batería Pete Best era una banda con el nombre The Quarrymen. Actuaban en barrios de Liverpool. Cuando se incorporó Stuart Sutcliffe la banda comenzó a llamarse The Silver Beatles. Con este nombre viajaron por primera vez al puerto alemáno, llevados por su primer manager,  Allan Williams.

En Hamburgo los jóvenes de Liverpool actuaron en varios clubes. Mientras tocaban en uno de ellos, en el Kaiserkeller, conocieron a dos alemanes que serían los mejores amigos a la largo de su vida: Klaus Voormann y Astrid Kirchherr. Sin su amistad probablemente no hubieran visitado Tenerife entonces. En ese club actuaba otro grupo de Liverpool, los Rory Storm and the Hurricanes, cuyo batería era Ringo Starr. Al abandonar Alemania el grupo, Stu se quedó en Hamburgo y terminó casándose con Astrid Kirchherr, aunque su muerte le llegó temprano, el 10 de abril 1962, a consecuencia de una patada en la cabeza  recibida en una pelea en Liverpool. El grupo decidió no sustituirlo para ser cuatro componentes.

De nuevo en Liverpool, los Beatles los conoció Brian Epstein. Se convirtió en su manager. Llevaba masteres de grabaciones de los Beatles, con Best y Starr en la batería, y cuando George Martin los oyó decidió hacer unas grabaciones, pero tenía que sustituirse Pete Best por Ringo Starr. Ahora los Beatles serían los cuatro que hoy conocemos. La amistad establecida entre Brian y los cuatros componentes del grupo va a cambiar la vida de los Beatles. Fue el que cambió el vestuario del grupo, no sin ciertos desencuentros, pero sin duda uno de los mayores logros. Él fue también el responsable de que abandonaran las chaquetas de cuero, los jeans y las botas vaqueras para que vistieran uniformados con trajes de paño gris con cuello redondo y brillante, con corbatita negra delgada, el modelo Beatles que haría furor en todo el mundo y que imitarían muchos grupos de música pop. El peinado rokero fue sustituido por Astrid Kichherr.

Cuando los Beatles habían grabado 3 singles y su primer LP Please Please Me, Brian Epstein considera que el grupo debía tomarse unas vacaciones, un respiro.  Brian, que controlaba absolutamente todos los movimientos de los jóvenes de Liverpool, permitió que las vacaciones fueran en las Islas Canarias, a la casa de los padres de su amigo Klaus Voormann, en Tenerife, por otro lado, tan familiar en Liverpool por ser puerto de embarque de turistas a Canarias en décadas pasadas, puerto de recepción de plátanos canarios, y ahora, con el Puerto de la Cruz, centro turístico de moda. John Lennon se tomó muchas molestias insinuando que llevarían las guitarras, porque «quien sabe, acaso seamos capaces de hacer swing para los canarios» –comentó. Sin embargo, Brian Epstein invitó a John Lennon a visitar con él la Costa del Sol, Andalucía, especialmente Torremolinos (Málaga), convertida en el destino turístico de los nórdicos y punto de encuentro de muchos famosos de Hollywood, príncipes y jeques árabes. El joven Lennon sintió pena que su amigo fuera solo y le acompañó.

Eran los años en que España estaba viviendo los efectos de la Ley del Plan de Estabilización del 21 de julio de 1959, que supuso la eliminación de las normas aduaneras aplicadas desde 1941, para permitir la entrada de turistas extranjeros al país y fomentar la inversión foránea, tanto en empresas españolas como en la adquisición de suelo para la construcción inmobiliaria. El archipiélago canario fue un lugar de preferencia.

Se realizaron muchos proyectos de urbanización para extranjeros en la isla, uno de ellos fue el de La Montañeta, en el término municipal de Los Realejos. La Montañeta es un cono volcánico de 343 m de alto que, junto con el de Montaña de la Horca –a poca distancia, perteneciente al término municipal del Puerto de la Cruz– dieron origen a la morfología del territorio del Puerto de la Cruz con sus coladas arrojadas en diversas erupciones, según Telesforo Bravo. Entonces estaba llena de plataneras y pertenecía a varios particulares. Uno de ellos era Domingo Sotomayor y González de Chávez. En 1951 Sotomayor y González de Chávez vendió a su pariente Fernando Carmona Barreda parte de la finca por 165.000 de las antiguas pesetas (alrededor de 995 euros).  Carmona Barreda  parceló la parte inferior de la ladera en solares de 400m² para la realización de una urbanización para alemanes: Ciudad Jardín La Montañeta. Fue diseñada y construida por alemanes y para alemanes.

El responsable del diseño de la urbanización fue el arquitecto alemán, Friedrich Max Jensen. El representante de Jensen en la isla era Vicente Hernández Pacheco, portuense que llevaba una excelente pensión, «Brisas del Teide», en la calle Esquivel, que destacaba también por su excelente cocina. Después de liquidar la pensión familiar en 1960 en el mismo edificio establece la inmobiliaria “Brisas del Teide”, dedicada a la venta y compra de casas y propiedades urbanas. En la inmobiliaria trabajaban dos alemanes, reflejo de la fuerte presencia de inversión urbana y comercial de ciudadanos de la República Federal de Alemania. Los interesados en comprar parcelas en La Montañeta acudían a él y se informaban del proyecto de Jensen. Los planos y dibujos estaban colocados en la pared de su despacho. El entusiasmo animaba a los extranjeros. Se enamoraban del lugar. La vista era espectacular: a sus pies yacía un mar de fincas de plátanos. Al fondo, la ciudad del Puerto de la Cruz y, más allá,  el océano Atlántico.  Los compradores disfrutarían de una belleza paisajística excepcional.

Hernández Pacheco vendió uno de los solares de 400m² al médico ginecólogo berlinés Maximiliam Voormann, padre de Klaus Voormann, representado por Klaus Otto Wilhelm, que vivía ya en la misma Montañeta, por el precio de 5.000 de las antiguas pesetas (30 euros), operación que se realizó por medio del Banco Exterior de España. Inmediatamente comenzaron a construirle a Maximiliam Voormann su chalé de una planta de 150m² con jardín, terraza y garaje, aunque este fue edificado más tarde. En el chalé hay una piscina en la parte delante y una escalera muy empinada y estrecha en la parte trasera por donde se baja para acceder a la vivienda. Tiene una enorme palmera, razón por la cual Maximiliam Voormann la acuño con el nombre de la “Casa de La Palmera”. La obra le costó 40.000 de las antiguas pesetas (241 euros).

Maximiliam Voormann viajó al Puerto de la Cruz alrededor de 1962. Era un hombre elegante vestido con chaqueta cruzada azul marina de botones dorados, con gafas doradas y siempre con bastón. Se hospedó en un hotel y se dirigió al Banco Exterior de España en la plaza del Charco. Allí le atendió Ángel Gómez Gutiérrez, primer oficial del banco, el cual se convirtió en su hombre de confianza. Vivía en la calle de las Damas, conocida como la Punta de la Carretera.

Maximiliam compró un coche de segunda mano para ir a La Montañeta. Se trataba de un deportivo rojo de época, Austin Healey Sprite –modelo descapotable de dos plazas puesto en circulación por British Motor Corporation (BMC) desde mayo de 1958–, con matrícula de Gran Canaria GC14112

Cuando el joven Klaus Voormann regresó a Berlín desde Hamburgo sin trabajo, su padre, Maximiliam Voormann, le pidió que visitara Tenerife para seguir las obras del chalé que se estaba construyendo en La Montañeta, en Los Realejos, porque él no podía por estar ocupado con su consulta. Con su Austin Klaus pudo moverse por la isla y subir la empinada cuesta para alcanzar el chalé. Cuando lo ocupó estaba aún sin terminar, pero no le importaba, pues entonces era un joven de escasos recursos económicos. El padre también le pidió que amueblara el chalé. Klaus pensó en hacerlo estilo rústico, pero para la compra de los muebles le pidió a Astrid que viniera a la isla para ayudarle. Pero ella no pudo venir y le prometió que iría más adelante.

Con el Austin Healey Sprite Klaus solía ir a La Cuesta, donde residía un berlinés íntimo amigo de su padre, Ingrid Henri Fitchtner, que además de atenderlo le ayudó a amueblar el chalé. Ingrid Fitchtner era guía y amigo personal de Vicente Hernández Pacheco, el propietario de la inmobiliaria de la venta del trozo de terreno en La Montañeta a Maximiliam Voormann. Allí, en el mismo barrio de La Cuesta, Klaus recibía clases de guitarra de un profesor del Conservatorio de Música de Santa Cruz de Tenerife con una guitarra española que había comprado en Santa Cruz. Cuando Klaus abandonaba la isla para regresar a Alemania, le dejaba las llaves del chalé, del coche y la guitarra a Ángel Gómez Gutiérrez. Y cuidadosamente guardaba el vehículo en el garaje de la casa de sus padres en la Punta de la Carretera, en el Puerto de la Cruz.

En esto, Paul, George y Ringo se organizaron para viajar a las islas, a Tenerife. Paul escribió a Astrid para pedirle la dirección de Klaus con la intención de pasar los días de descanso en Tenerife. Le comunicó a Klaus que él, George y Ringo querían hacer sus vacaciones en Tenerife. Le hizo saber que su llegada sería el 28 de abril. Klaus no pudo contener su alegría y enseguida comenzó los preparativos para recibir a sus amigos. Fue la primera vez que los tres componentes de los Beatles dejaban Gran Bretaña para pisar tierra “no continental”. Pocos días antes de llegar los tres Beatles, llegó Astrid Kirchherr. Aquí estaban sus amigos, Klaus y Astrid, esperando su llegada.

El domingo día 28 de abril de 1963 Astrid y Klaus salieron temprano del chalé y fueron al aeropuerto de Los Rodeos (hoy Tenerife Norte) para recibir a Paul, George y Ringo. Los tres componentes del grupo de los Beatles viajaban en un reactor Britannia de la British United Airways (BUA) procedente del aeropuerto de Gatwick (Londres), en compañía de 14 pasajeros más. El avión debía de llegar al aeropuerto a la una de la tarde, pero se retrasó. Los jóvenes alemanes caminaban de un lado para otro en el interior del aeropuerto. El avión seguía sin llegar. Nadie sabía lo que pasaba ni nadie daba explicaciones. Se oyeron diferentes versiones y se preocuparon aún más, hasta el punto de pensar lo peor, que les había pasado algo. Alguien comentó que hubo un accidente y los pasajeros estaban en Gibraltar. Klaus y Astrid estuvieron en el aeropuerto hasta que un empleado les pidió que lo abandonara por ser demasiado tarde y se iba a cerrar. Regresaron a casa muy preocupados. No podían dormir y se bebieron unas botellas de vino y se fueron a la cama algo traspuestos.

Por fin, pasadas algunas horas después de Klaus y Astrid abandonar el aeropuerto, llegó el avión de la BUA procedente de Londres. Inmediatamente los tres Beatles lograron trasladarse a la casa de su amigo.

En medio de la noche, Astrid y Klaus oyeron la llegada de un coche. Alguien tocó en la puerta. Klaus se levantó, salió de la habitación y subió la escalera exterior para dirigirse a la puerta de la calle, todo extrañado, y esperando una mala noticia. Cuando abrió la puerta. Paul, George y Ringo estaban allí, frente a su cara, muertos de risa. Se abrazaron y entraron bailando contentos. Astrid se levantó y puso velas por todos los rincones del chalé porque todavía no tenían luz eléctrica. Abrieron unas botellas de vino y los tres Beatles comenzaron a contar la aventura del vuelo. La alegría fue inmensa pues no se habían visto desde hacía tiempo. Estaban fatigados por el viaje pero no dejaban de hablar.

Paul sacó el último single que habían grabado los Beatles y que tanto Astrid como Klaus desconocían. Se trataba del From Me To You/Thank You Girl, grabado el 11 de abril en EMI por el sello de Parlophone en los estudios 2 de Abbey Road. Me atrevo a afirmar que Los Realejos fue el primer lugar en recibir el single  From Me To You fuera del Reino Unido. Privilegio que pocos lugares en el mundo, o quizás ninguno, pueden alardear

“¿Qué? Este single es en este momento el número dos y la próxima semana será el número uno”, exclamó Paul McCartney nervioso que todavía no podían creerse su éxito. La noticia de la llegada a Tenerife de ellos brillaría por su ausencia, pues aquí no eran nada conocidos.

Cuando todos estaban bastante cansados, George vio el Austin Healey Sprite y en tono de ruego encarecido le preguntó a Klaus:

– ¿Este pequeño coche deportivo es tuyo?

– Sí es mío. Luce bonito ¿no? –respondió Klaus.

– ¿Tú crees que podría dar una pequeña vuelta antes de ir a la cama? –preguntó George excitado.

George estaba loco por los coches deportivos, y además era un buen conductor. Años más tarde participó junto con Stirling Moss, en una carrera benéfica. Klaus no podía decir no a George. A las cinco de la madrugada y después de dos botellas de vino bajaron la pendiente de La Montañeta y dieron una vuelta por el valle de La Orotava. Según el propio Klaus, no hablaron ni una palabra sino solo escuchaban el ruido ensordecedor del motor de su pequeño Austin. Mientras conducía, George tarareaba una canción, Klaus creyó que era “Please Please Me” en español.

Cuando regresaron a La Montañeta, George apagó las luces y el motor para no molestar a los vecinos ni a los compañeros y se fueron a la cama.

Por la mañana, uno tras otro fueron levantándose de sus camas, algunos enrollados en sus sábanas, otros bostezando, todavía sin lavarse la cara y en estado de somnolencia. Van saliendo al exterior para gozar de un escenario natural majestuoso con la claridad propia de la luz solar que jamás habían visto en sus vidas. Luce aquí como una película de Elvis, exclamó Ringo Starr sorprendido por la belleza del paisaje, que se divisaba desde el chalé.

La vista era para los tres, que nunca habían salido de Inglaterra, excepto el tiempo que estuvieron en Hamburgo, realmente imponente –comenta Klaus.

El chalé del padre de Klaus no estuvo terminado del todo hasta el año 1965. Por ello, cuando Paul, George, Ringo y Astrid lo habitaron para sus vacaciones en 1963 aún no tenía ni teléfono ni luz. “No había electricidad, así que nos sentimos como auténticos bohemios”, comenta Ringo. No existía ningún cable en el vecindario con el cual pudiese el propietario empalmar provisionalmente el suministro eléctrico a su vivienda. UNELCO tenía que construir todavía una torreta para el transformador, así como instalar los debidos cables y postes. Tenían que alumbrase con quinqués y velas. Tampoco se disponía de teléfono. La casa estaba aislada, no había recogida de basura, se vivía en plena vida rural. La leche la llevaba la lechera Eusebia, una señora de cierta edad, balanceando sobre su cabeza una ancha cesta llena de cántaros y lecheras, la descansaba sobre un rodillo de paño, y preparaba las jarras para suministrar la leche en las puertas de las viviendas.

La zona residencial Ciudad Jardín La Montañeta entonces estaba formada por unos diez chales –hoy en día son dieciséis – que se alineaban por la ladera de la montaña. El de Maximiliam Voormann era el nº 10. En otro chalé contiguo estuvo residiendo Jack Jackson (1906-1978), de donde emitía su programa Record Round Up para la radio BBC los sábados por la mañana. Jack Jackson vino al Puerto de la Cruz en 1960 con la compañía  Winter Sunshine Holidays y se quedó en el hotel Tenerife Playa. Una vez aquí decidió quedarse en la isla. Desde La Montañeta estuvo emitiendo su programa todos los sábados por la mañana hasta 1967. Lo enviaba semanalmente por avión.

El de Voormann estaba precisamente en los últimos de la cuesta, el nº 11 de hoy en día. Aunque Klaus tenía el Austin Healey Sprite, necesitaba otro coche para los cinco poder subir la empinada cuesta, hacer las excursiones y trasladarse al Puerto de la Cruz. Por ello, lo primero que hace es bajar a la ciudad turística con George y alquilar un Hillman Super Minx II de dos puertas, en el Puerto de la Cruz.  Siempre el Austin era conducido por George y el Hillman por Klaus. Y, a veces, se lo dejaba coger a Ringo, que todavía no tenía carné de conducir.

Fueron a Santa Cruz de compras, asistieron a una corrida de toros, subieron a Las Cañadas y pararon en el parador, pero sobre todo los utilizaban para bajar casi a diario al Puerto de la Cruz, para disfrutar de su buen clima, bañándose en las excelentes piscinas del Lido San Telmo y en las tibias agua de su mar, donde Paul McCartney casi se ahoga en la playa de Martiánez. Se fotografiaron en el muelle.

Cogieron sol sin las debidas precauciones, con consecuencias graves por la insolación que padecieron. Como novatos turistas ingleses, Paul, Ringo y George se quemaron todo el cuerpo. Así lo comenta Paul, que adquirió el típico “bronceado británico” que luego duele tanto, porque en lugar de lucir una piel morena lo que se luce es una piel roja del fuerte “rastrasol”, como consecuencia de una larga exposición al sol. Ringo y George fueron los que peores padecieron los efectos perniciosos del exceso de sol, hasta tal punto que toda una noche la pasó George temblando, según sus propias palabras, “sin poder dormir”. Comenta Klaus que los siguientes días se quedaron en La Montañeta, de charla, bebiendo vino y disfrutando las noches cálidas del lugar.

Cuando los jóvenes Beatles no estaban en el Puerto de la Cruz permanecían en el chalé bañándose en la piscina. Al caer el sol y hasta entrada la noche se divertían cantando y tocando la guitarra española de Klaus Voormann. El eco de sus canciones y acordes traspasaban la terraza y los muros de la vivienda. Sus melodías alcanzaban los oídos de sus vecinos, pero le otorgaban a la noche un atractivo primaveral con su música. Y compartieron comida con algún que otro vecino.

A las 11:55 de la mañana del jueves 9 de mayo de 1963 se esperaba en el aeropuerto de Los Rodeos la llegada de un reactor Herald procedente de Gatwick de la misma compañía con la que habían venido, la BUA. Aproximadamente a las dos horas de su aterrizaje despegó, a las 13:55, de Los Rodeos rumbo a Inglaterra, vía Agadir. Paul, George y Ringo dijeron adiós a Tenerife, acompañados de 44 compatriotas más.

La única nota negativa en los jóvenes músicos es que en las islas no sabían quienes eran los Beatles. Eso parece que disgustó a Paul, más que a ninguno. El legendario exBeatle no se lo creía después de tantas veces de preguntarlo. Comenta:

Fuimos allí y nos quedamos una temporada, pero en las Canarias nadie nos conocía y eso empezó a mosquearnos un poco: ¿Nos conocen? The Beatles,… ya saben». Y ellos decían que no, que no nos conocían.

Tal fue el desconocimiento que se tenía de ellos, que cuando desinteresadamente se ofrecieron a actuar con los instrumentos orquestales  del Lido San Telmo, su gerente, David Gilbert,  los rechazó.

No era extraño que en Tenerife no significaran nada; todavía por esas fechas ni siquiera habían adquirido popularidad en Inglaterra –aunque los Beatles eran ídolos de cierto sector del público joven inglés cuando visitaron la isla–. Como comenta Klaus, “no saben cuánto irían a echar de menos más tarde los momentos tranquilos y agradables que vivieron en el Tenerife. Moverse libremente, hacer cosas espontáneas sin que ningún periodista los persiguiera para hacer una historia del viaje”. Y continúa relatando:

Cuando pienso en los Beatles uno se relaciona con determinados lugares. En primer lugar, está naturalmente Liverpool, seguido de Hamburgo y Londres. Sin embargo, cuando pienso en los chicos que fueron, pienso indudablemente en Tenerife. La isla es para mí también el símbolo de sus últimos días en la inocencia. En Tenerife pasaron los Beatles por última vez en su vida unos días libres, como chicos jóvenes normales, exentos de toda preocupación, sin multitud de personas, jóvenes y chillidos. Después de esta primavera 1963 nada sería igual que antes. En Tenerife los chicos se cargaron de bastante energía para soportar el éxito. El mundo le esperaba a ello y ellos estaban preparados –comenta Klaus.

No dejaba de tener razón el amigo alemán. De nuevo en Inglaterra se reunieron con John para continuar con sus trabajos musicales, y tan pronto como el verano de ese año, el 23 de agosto de 1963, se publicaba “She loves you”, la canción con la que consiguieron que Inglaterra se rindiera a sus pies. Se vendió más de un millón de copias, conquistando su primer “Disco de Oro” y al mes siguiente de su regreso de Tenerife habían logrado que su LP Please Please Me accediera al número uno de las listas de éxitos. Y pronto, el 13 de octubre de ese año mítico para la isla de Tenerife, los Beatles dejaron de ser, como comenta Hunter Davies, un interesante grupo de música pop, para convertirse en portada de toda la prensa nacional inglesa.

Cuando en el Palladium de Londres, los Beatles encabezaron el cartel en el programa de Lew Grade, en la cadena de televisión ATV fueron recibidos por muchas jóvenes y en el interior las chicas gritaban hasta quedarse sin voz, lloraban y se arrojaban al suelo, todo bajo un ensordecedor griterío que hacía casi imposible escuchar la música. En los periódicos aparecieron fotografías de policías y fans enfrascados en un caótico desorden a la salida de la actuación, seguido por 15 millones de espectadores. Al día siguiente el Daily Mirror habló por primera vez de beatlemanía.

Ya no volvieron más a Canarias. Sin embargo, la existencia del grupo fue efímera. El 10 de abril de 1970 Los Beatles se separaron. Los componentes de la banda empezaron a trabajar cada uno por su cuenta. Pero la tragedia le siguió a algunos de ellos: John Lennon, el único que no vino a Tenerife, fue asesinado el 8 de diciembre de 1980 en Nueva York; George Harrison falleció en una mansión propiedad de Paul McCartney en Hollywood Hill, Los Ángeles, el día 29 de noviembre de 2001, a la temprana edad de 58 años, víctima de un cáncer.

¿Y EL COHE DE LOS VOORMANN, EL CHALÉ   Y KLAUS?

Cuando Klaus abandonó la isla a las pocas semanas de regresar los Beatles a Inglaterra, ya no regresó más a Tenerife. Dejó atrás el chalé, el coche y su guitarra española, ya que no pudo llevársela con él.

A partir de ahora su padre seguía visitando Tenerife para quedarse en su chalé de La Montañeta. Maximiliam comunicaba a Ángel Gómez Gutiérrez su próximo regreso y éste dejaba listo el chalé y el coche. El médico Maximiliam solía venir acompañado de una joven, quizá su enfermera. Estuvo usando el  Austin Healey Sprite hasta que con el paso de los años se trajo un Volkswagen Escarabajo color gris porque el Austin era muy bajo y demasiado deportivo para un mayor. Sin compromiso, los miembros de la familia Hernández Gómez solían coger el Austin con el consentimiento del propietario.

Maximiliam dejó de visitar la isla por su avanzada edad. El chalé quedó cerrado. Pasado los años, se  lo entregó a  la inmobiliaria de su convecino Hasso Felsing, para su venta. Intentó comprarlo una sobrina de Ángel, María del Carmen Lourdes Hernández Gómez, para habitarlo tras su matrimonio con el químico Fernando Espinosa Marrero. Maximiliam veía con agrado que la familia Gómez se quedara con el inmueble. Pero las duras exigencias impuestas por la inmobiliaria para su venta, impidieron que el joven matrimonio adquiriera la propiedad. Al final, lo compró su amigo berlinés Ingrid Hanni Fitchner en diciembre de 1978.

No fue posible quedarse con el inmueble, pero sí los dos coches, el Austin y el Volkswagen. Ángel Gómez los guardó en el garaje de su casa. El Austin lo pintó de blanco ahuesado. Lo llevaba a los “Talleres Reginaldo”, en el Toscal, Los Realejos, para la reparación mecánica. Hoy es propiedad de Joaquín Sieper González y, miren por donde, el Volkswagen y la guitarra de Klaus Voormann con la que seguro Paul y George tocaron algunos acordes, aún permanece en Los Realejos en manos de los herederos de la familia Gómez, residentes en el municipio.

Hoy permanecen vivos cuatro de los cinco turistas que compartieron sus vacaciones en Los Realejos. Paul y Ringo mantiene vivo el espíritu beatles con sus originales actuaciones; Astrid vive en Hamburgo y se gana la vida con los derechos de las fotografías de los Beatles; Klaus, vive entre EE UU, Gran Bretaña y Alemania, acompañando a músicos de la talla de Paul McCartney, Eric Clapton, etc.

Esta es la historia, de una manera sucinta, de los más distinguidos turistas ingleses y alemanes en Los Realejos, a los cuales el municipio debería mantenerlos en su memoria, forman parte del lagado del patrimonio histórico, pues en el caso de los Beatles se trata del grupo más importante de la música contemporánea, al cual las historias de la música clásica, en los referente al panorama musical moderno, solamente los incluyen a ellos por sus aportaciones en el uso de los tiempos o pulsos básicos, melodías modales y la articulación vocal con una música nueva fresca y original hasta entonces inexistentes.

Con esto acabo mi charla  “Los Beatles en Los Realejos”.  Muchas gracias por la atención, y ahora a seguir disfrutando de la agradable velada musical. Felices Fiestas.