La Prensa, EL DÍA

En una preciosa edición ilustrada con fotos de las islas y los autores, acaban de ser publicados todos los escritos sobre Canarias del incansable viajero victoriano Richard F. Burton y su esposa Isabel Arundell, realizados entre los años que visitaron las islas, Gran Canaria y Tenerife, bajo el título de Mis viajes a las Canarias. Ella escribió dos ensayos sobre su vida al lado de él, The romance of Isabel lady Burton y The life of Captain Sir Richard F. Burton, y él escribió Wanderings in West Africa: from Liverpool to Fernando Po, producto de su estancia en 1861 y To the Gold Coast for Gold, donde recoge las notas tomadas durante las muchas visitas que hizo a Canarias entre 1861 y 1880.

Quizás Richard F. Burton sea más conocido por el gran público por ser uno de los más importantes paladines en la búsqueda de las fuentes del Nilo, una de las acciones exploratorias más relevantes del siglo XIX. En efecto, Burton regresó al este de África para protagonizar con su amigo de la East Indian Army, John Hanning Speke, la resolución del misterio de las fuentes del Nilo auspiciada por la Royal Geographical Society y el Foreign Oficce. En los años cincuenta los ingleses deseaban controlar la costa oriental de África (la influencia inglesa en Zanzíbar era considerable) y su interés aumentaría si lograra descubrir las regiones interiores, pues le permitiría estar presente en el África central y aumentar su poderío. La sociedad geográfica londinense creía que el Uniamesi -lago Tanganica-podía ser el nacimiento del Nilo, la mayor meta geográfica de la época, entre otras razones por su estrategia política. Estaba decidido que un inglés fuera el primero en descubrir el origen del gran lago. La Royal Geographical Society en ninguna ocasión encomendaba misiones a aficionados e inexpertos, por eso reclutó para llevar a cabo la misión al explorador más intrépido de la época: Richard Francis Burton. Éste eligió como compañero a John H. Speke, por supuesto de acuerdo con la sociedad geográfica, un hombre que había realizado viajes al Himalaya y al Tíbet.

El 16 de junio de 1857 los dos aventureros parten desde Bagamoyo, frente a la isla de Zanzíbar. Burton era el líder de la expedición, pero Speke no aceptaba, del todo, el papel de subordinado, y al final a penas se hablaban. No ayudaba a mejorar las relaciones las enormes dificultades del viaje. La expedición fue para Burton, en muchos aspectos, desastrosa. Tanto él como Speke contrajeron enfermedades. Burton sufrió de malaria y quedó casi paralítico y Speke casi se queda ciego por una inflamación ocular. Después de ocho meses de agotamiento, dificultades y sufrimiento alcanzaron su objetivo: la costa del lago Tanganica. Unos tratantes de esclavos les hablaron de un río que fluía hacia el norte desde el lago y fueron en su busca. Burton pensaba que si este río resultaba ser el Nilo, el premio le aguardaría al regresar a Inglaterra. ¡La gloria!. Pero sus provisiones eran escasas y los porteadores se amotinaron. Incapacitados para continuar se vieron obligados a abandonar la excursión. Pero Burton estuvo convencido que ese río tenía que ser el Nilo, luego nacía en el Tanganica. Pero no fueron capaces de demostrar que era el origen del gran río.

Durante la estancia de descanso en el pueblo de Tabura (Kazeh), unos comerciantes árabes le comentaron a Speke la existencia de otro gran lago, incluso más grande que el Uniamesi, situado en dirección norte y a unas dos semanas de camino. Burton, enfermo y débil, creía que la búsqueda de este lago no se encontraba en su proyecto y mostró poco interés. Pero Speke vio que aquella era su oportunidad y casi ciego y en muy males condiciones físicas se dirigió hacia el norte, con algunos porteadores, en su busca. Es cuando descubre el lago mencionado por los árabes y creyó que descubrió el origen del Nilo. En la orilla hace caso omiso del nombre africano del lago y sobre un promontorio lo llamó Victoria, en honor de la insigne soberana de Gran Bretaña.

Speke regresó a Inglaterra, adelantándose a un incapacitado y enfermo Burton, aunque había prometido que lo esperaría, y reveló en Royal Geographical Society, y al mundo en general, su descubrimiento. John H. Speke reclamó la gloria para sí mismo por haber descubierto el origen del Nilo.

Pero, aunque esta noticia fue acogida con gran satisfacción, la falta de información detallada reveló serias dudas entre algunos de los miembros de la R.G.S. En efecto, Speke no vio el Nilo y no podía demostrar que el lago Victoria fuera la cuna del gran río.

Mientras, Burton, que estaba al corriente de todo lo que estaba sucediendo en la Royal Geographical Society, trató las intuiciones de Speke con mucho escepticismo dada la ausencia de pruebas geográficas y exhortó a la R.G.S. a considerar la demanda de su subordinado con cuidado, porque él dudaba totalmente que el lago Victoria descubierto por Speke pudiera ser el nacimiento o la fuente del Nilo. A pesar de ello, Speke ganó los más grandes honores de la Royal Geographical Society. Ganó la gloria, pero Burton ganó una alta reputación por haber escrito un libro de gran valor antropológico producto de la experiencia humana entre las tribus nativas, Lake regions of Central Africa (1860).

A partir de ahora nacería una feroz controversia entre Burton y Speke. El debate entre ellos apasiona a los geógrafos y la R.G.S. le pidió a Speke que regresara de nuevo a África para confirmar sus afirmaciones. Le concedió £2.000. La atención pasó ahora del lago Tanganica al lago Victoria. Lo que en un principio era un asunto geopolítico se convirtió en una cuestión geográfica a dilucidar.

Debido a los servicios prestado a la Corona durante bastantes años como oficial, como agente secreto, como explorador y como hombre que facilitó un amplio conocimiento de África y Asia al imperio, a Burton le fue otorgado un puesto de responsabilidad diplomática. Él siempre había deseado encargarse del consulado de Damasco, pero el único puesto disponible era la posesión española en el Golfo de Guinea de Fernando Poo (hoy Bioko), puesto que nadie había solicitado por ser nada apetecible. Entonces era un isla utilizada por la Corona española como presidio de deportados de Cuba y de la España peninsular. A pesar de ello, Inglaterra tenía cierta presencia allí, algo similar a lo que ocurría en Canarias.

Primera visita a Canarias de Richard F. Burton

El primer viaje de Richard F. Burton a Canarias lo realizó en el año 1861 cuando se dirigía a Fernando Poo como cónsul del Reino Unido en la colonia española. El 24 de agosto de 1861 zarpó a bordo del vapor Blackland de la African Steam Ship Company. El barco realizó 24 escalas. El 31 del mismo mes de agosto llegó a Madeira. La isla portuguesa era por entonces un health resort (centro médico-turístico) de prestigio entre los británicos y europeos, que por problemas de salud, muchos afectados de enfermedades pulmonares, fundamentalmente, habían elegido Funchal, su capital, como segunda residencia para la convalecencia. Burton permaneció en la capital de la isla portuguesa unas pocas horas y el 2 de septiembre el Blackland hizo escala en el muelle de Santa Cruz de Tenerife. Igual que en Funchal, Burton permaneció unas horas en la capital de la isla. El mismo día 2 de septiembre por la tarde el vapor donde viajaba el explorador inglés zarpó rumbo Saint Mary, en Bathurst, para después continuar a su destino, que alcanzó el 24 de septiembre. La larga travesía desde Liverpool hasta Fernando Poo lo narró Burton en sus libro Wanderings in West Africa from Liverpool to Fernando Po.

En Wanderings in West Africa, Burton se ocupa por primera vez de Tenerife, isla que visitó escasamente unas horas en esta ocasión. Es el primero de los cinco libros que Burton escribió sobre África occidental durante su estancia en Fernando Poo como cónsul británico. En él narra, además, la estancia en la isla portuguesa de Madeira y Banjul (Gambia), Freetown (Sierra Leona), Cabo Palmas, Lagos, Benín, Bonny y otros lugares de la costa occidental de África.

Burton se preparó concianzudamente para su encuentro con Tenerife. Como era propio de él cuando se encontraba con un lugar desconocido, quería comprender e interpretar fundamentalmente el origen de la legendaria Tenerife. Dueño de una memoria prodigiosa cita a un gran número de autores para a través de sus textos sacar sus propias conclusiones. Además, Burton demuestra un amplio conocimiento de los antiguos pobladores, realiza unas reflexiones acerca su lengua y se aproxima a la historia de la conquista de las islas. Consultó los trabajos de José de Viera y Clavijo, Torquato Tasso, George Glas, Alexander von Humboldt, Joaquín J. Da Costa de Macedo, entre otros.

El autor también traza algunas pinceladas de la sociedad canaria de la época y habla de algunas posibilidades del desarrollo de las islas. Tampoco podía estar ausente en su pluma la feroz crítica a Horatio Nelson.

Isabel, ansiosa por la salud de su marido, por su bienestar y por la buena marcha de su carrera profesional, logró que le fuese concedido a su esposo cuatro meses de vacaciones. El 28 de noviembre de 1862 Burton salió de Fernando Poo para disfrutar de ese largo descanso. En esta ocasión Burton quiso visitar Tenerife por más tiempo, pero no se le permitió desembarcar en el muelle de Santa Cruz porque había fiebre amarilla en la ciudad. Con mucho pesar, continuó rumbo a Inglaterra donde llegó a Liverpool el 17 de diciembre. La estancia en su tierra natal la aprovechó no sólo para estar con su esposa y saludar a sus amigos, sino también para realizar una importante actividad intelectual. El 16 de enero de 1863 formó la Anthropological Society de Londres (hoy la Royal Anthropological Institute de Gran Bretaña e Irlanda) junto con James Hunt, que fue el primer presidente y Burton su vicepresidente. Burton estaba interesado en formar la sociedad sobre todo como medio para publicar sus materiales más obscenos e irreverentes. La sociedad publicó durante siete años una revista de antropología, The Anthropological Review, en la que Burton contribuyó con artículos en casi todos los números. También aprovechó su estancia en Inglaterra para preparar la edición de sus dos Wanderings in West Africa y Abeokuta and the Cameroons Mountains.

La visita a Canarias de Richard F. Burton y su esposa Isabel Arundell, lady Burton.

A finales de enero de 1863, Richard e Isabel dejaron Inglaterra para pasar el resto de sus vacaciones en Tenerife. La verdad que él se vio obligado a traerla a la isla como consecuencia de las reiteradas quejas de soledad que ella padecía ante su propio marido. Ésta fue la auténtica ocasión que el matrimonio Burton visitó Canarias juntos. Para ella fue su primera salida de Inglaterra y única visita a las islas, para Burton la segunda vez que pone pie en tierras isleñas.

Prácticamente la estancia en Tenerife la realizaron en La Orotava. A pesar de la escasa comodidad y confort hotelera y la existencia de la fiebre amarilla, los Burton fueron felices en el valle, sobre todo Isabel, que no duda en exclamarlo más de una vez en sus escritos. Ella se encontraba tan bien que las deficitarias condiciones de alojamiento en La Laguna y en La Orotava no le suponían trastorno, todo lo contrario, con sentido de humor limpiaba y ordenaba la habitación, consiguiendo un confortable dormitorio. Isabel escribió: «¡Yo estaba encantada con mis labores!. Habíamos llegado a las siete, y a las nueve fui para recoger al filósofo de mi marido, que durante mis esfuerzos había permanecido sentado con un buen libro, después de haber aceptado lo peor. Pero cuando vio los cambios, estaba encantando con nuestro magnífico desván, por sus buenos aires, su luz, su espléndida vista, su amplitud y sus buenas aguas dulce y salada. Aquí teníamos la intención de pasar un mes feliz -leyendo, escribiendo, estudiando, charlando, caminando, haciendo excursiones y disfrutando de la isla».

En efecto, ella pasó un mes muy feliz con su marido en un país extranjero. Hizo excursiones por el valle, se paraba para hablar con las mujeres, a las que admiraba su belleza («las mujeres de Tenerife eran las más bellas que jamás haya visto»), hizo amigos y subió al Teide, hasta la cima, siendo unas de las primeras mujeres que lo realizó, no sin grandes dificultades, ya que el ascenso lo hizo en invierno. Fue la mañana del domingo 22 de marzo de 1863. Arriba escribió: «A las seis, los guías nos dijeron que teníamos que dar la vuelta para poder ver el amanecer. Había un brillante color de oro en el mar, el primer destello del sol; y lentamente apareció. Subió majestuosamente ¡en pura gloria dorada!. Estábamos situados entre la Tierra y el Cielo -en la soledad y el silencio-y se nos permitió disfrutar de este hermoso momento». Se arrodillo con los guías para rezar en voz alta el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria. Ofreció al Señor las gracias de todos los corazones. Mientras ella rezaba, Richard encendió un puro y se puso a fumar. A 3.718 metros de altura se lamentó que aún su esposo no haya abrazado el catolicismo. «He orado intensamente con la esperanza de que habrá un día, espero, que el corazón que más quiero también pueda recibir nuestra fe religiosa» -comenta en su relato-.

Fue en Tenerife donde escribió su primer libro sobre Madeira y Tenerife, pero su marido no se lo permitió publicar, porque no lo consideraba lo suficientemente bueno. Richard pensaba que tenía que estudiar y practicar algún tiempo antes de intentar ser una autora. Pero, si esto fue duro para ella, más dura sería su separación. En este momento, la felicidad llegó a su fin. Después de 3 días en Santa Cruz, el fatal cañón tronó, la señal de la separación de su esposo. Era mediodía y allí estaba el buque anclado que la devolvería a Inglaterra. Se sintió muy mal, como dijo ella, «como un niño en la consulta de un dentista». Burton se iba Fernando Poo. Pensaba que no podría verle durante muchos meses, o quizás nunca más. Esperaba que a última hora él recapacitara sobre su decisión y la dejara que le acompañara. Pero no sucedió. Llegó la separación. Él a su consulado a tierras africanas y ella a Inglaterra. Soportó el dolor de esa separación. Con muchas lágrimas y un corazón totalmente roto embarcó en un vapor rumbo a su país natal.

En esta ocasión, Richard F. Burton no buscó la aventura en Tenerife. Casi todo el tiempo lo pasó leyendo, escribiendo y estudiando, salvo algunas raras excursiones que hizo, entre ellas al Teide. Escribió mucho, especialmente sobre la población guanche, los infelices cabreros bereberes parlantes cuya existencia fue –como afirma-arrasada por unos caballeros ociosos y de su ascensión al Teide. No obstante, el libro es tremendamente puntilloso con los hechos y los detalles, consecuencia del tremendo mal humor que padecía por su destierro a Fernando Poo.

Últimas visitas a Canarias de Richard F. Burton

Como el mismo Burton afirma, entre 1861 y 1865, visitó Tenerife en muchas ocasiones. La primera fue en 1861, recogida en su libro Wanderings in West Africa. La segunda fue con su esposa Isabel en 1863 por un mes. Pero justo a los cuatro meses de haber visitado Tenerife con Isabel, Burton se escapó de Fernando Poo para visitar la isla de nuevo, es esta ocasión para disfrutarla como a él le apetecía cada vez que viajaba: haciendo aventura. Fue en el mes de julio de 1863. Pudo haber estado dos semanas. Subió nuevamente al Teide y alquiló un caballo con el que recorrió la isla, incluso por el sur, un área muy poco frecuentada por los viajeros extranjeros. Le desagradó bastante. Los pueblos sureños estaban prácticamente incomunicados, dada pésima red de comunicaciones y las carretera existentes estaban en penoso estado. La infecundidad de la tierra, la carencia de agua, la falta de escolarización, la espantosa pobreza y la miseria, y la ausencia de una asistencia sanitaria mínimamente primaria, señalaban a las zonas sureñas de las islas como las más deprimidas de Canarias. Los problemas sanitarios eran alarmantes; la limpieza, ausente, encontrándose muchos lugares y viviendas infectados de moscas; muchas personas vivían en cuevas; muchos pueblos carecían de agua. Así pues, las zonas rurales eran las partes más deprimidas de las islas y poco frecuentadas por los viajeros extranjeros.

Burton aprovechó el viaje de regreso a Inglaterra tras dejar definitivamente el consulado en Fernando Poo para visitar de nuevo Tenerife en mayo de 1864. Cuando Burton marchó de África, el desenlace del descubrimiento del Nilo estaba a punto de llegar a su final. El libro de Speke Journal of the Discovery of the Source of the Nile acababa de ser publicado. Su figura había ocupado un lugar en la historia, pero su «descubrimiento» era contradictorio. Se le tenía, como se le tiene hoy, por el descubridor del nacimiento del Nilo, y a Burton se le da un papel secundario. Speke aparecía en público dando conferencias convencido de su éxito Burton regresó de África occidental en el momento en que su «compañero» había publicado el libro y estaba viviendo sus días de gloria. Descubrió las contradicciones y los errores que Speke manifestaba en sus textos, ya que sus afirmaciones a menudo eran en ocasiones meras suposiciones y conjeturas. Speke había visto una gran masa de agua en 1858, en un determinado lugar, sin especificar donde, y en 1862, en su segunda expedición, había visto otra gran masa de agua. Para él se trataba del mismo lago. No había explorado la costa, ni disponía tampoco de datos concretos acerca de los ríos que del lago emanaban o en el lago que desembocaban. Y cuando encontró una vía de salida, decidió confiadamente que se trataba del Nilo, sin molestarse en seguir su curso.

Burton acusó a Speke de «una extremada falta de rigor geográfico», y como no podía ser para menos se molestó mucho. El enfrentamiento entre ambos era inevitable. Por tal motivo, la British Association organizó un debate abierto a celebrar en su reunión anual, el 13 de septiembre de 1864, en Bath. El desenlace es bien sabido. El día de la inauguración estaban los dos sentados en la mesa, con la sala completamente llena. Después de una interrupción, cuando los dos tenían que presentar sus informes, Speke no aparecía. Mientras Burton esperaba, con sus notas en las manos, la llegada de su «amigo explorador», por un período de 25 minutos, el presidente anunció el terrible accidente del disparo que había acabado con la muerte de Speke. Burton se desmoronó y exclamó «¡Dios mío, se ha matado!».

A los dos meses de la muerte de Speke, el 14 de noviembre Burton leyó ante la Royal Geographical Society el texto que había intentado leer ante Speke en Bath. Esta charla fue más tarde publicada como un pequeño libro titulado The Nile Basin. Burton se sintió tremendamente dolido por la muerte de Speke, tan trágica y tan poco clara, a pesar de que se sintiera perjudicado por los actos de Speke, por sus reivindicaciones, sus inexactitudes y sus erróneas afirmaciones, incluso por sus habladurías en público contra él. Escribió que siempre había considerado a Speke como un amigo.

Es probable que Burton visitara las islas en otras ocasiones, pero de paso, pues lo barcos que recorrían las rutas de África hacían escala en los puertos, siendo normal que lo hicieran en algunos de nuestros muelles más de una vez. Así pues, después de estas visitas, Burton no regresaría a las islas por un buen tiempo. Fueron los años que permaneció encargado de los consulados de Santos y Damasco.

La última visita de Burton a Canarias se gesta cuando vivía en Italia. En 1872 es designado cónsul de Su Majestad en Trieste, centro marítimo de la Italia Septentrional y uno de los principales puertos del Adriático, con una importante producción de jabón, curtidos, aceite, pastas alimenticias, confituras, entre otros productos. A pesar de la importancia comercial del puerto italiano, su edad -había cumplido los cincuenta y uno-y ciertos síntomas de mala salud -especialmente problemas cardiacos-, Burton tenía en mente muchos proyectos. Muchos de ellos estaban relacionados con la obtención de suficiente dinero para salir de una vez de sus constantes apuros económicos. Volvió a recobrar el deseo de obtener oro -una idea que nunca había abandonado desde sus años de juventud-. Siempre había soñado con explorar minas de oro. En esta ocasión acariciaba una sueño aún mayor, el de encontrar diamantes en la India.

En mayo de 1875 se trasladó a Londres para obtener permiso para viajar a la India, siendo su secreta intención explorar las minas de diamantes de Golconda. Después de obtenerlo, emprendió, junto con Isabel, el viaje a través del Canal de Suez. Su objetivo fue un fracaso y Burton se dedicó a visitar los lugares de antaño y hacer turismo.

Para Burton seguía existiendo la posibilidad del oro para hacerse rico. Por encima de cualquier otra fuente de riqueza, seguía obsesionado con el preciado gold. Tan pronto como pudo, en marzo de 1877, se dirigió a El Cairo para explorar los yacimientos de oro de Midian. Fue otro fracaso. Pero Burton en esta ocasión compensa su fracaso regresando a Inglaterra en noviembre de 1876 cargado con 25 toneladas de minerales argentíferos, vetas cupríferas y numerosos objetos arqueológicos de gran valor. La prensa inglesa se hizo eco de la hazaña y Burton se convirtió en una figura heroica y muy popular.

De nuevo el insaciable deseo de encontrar oro le llevó a explorar minas en la costa occidental de África y otra vez en Egipto con la esperanza de poderlo encontrar y poner fin definitivamente a sus dificultades económicas. Mientras viajaba a la Costa de Oro (hoy en día Ghana) tocó un gran número de puertos en su rota y visitó Canarias en 1880. Esta vez estuvo en Gran Canaria. Visitó Las Palmas e hizo excursiones al interior. Acompañado de un guía tomó la ruta del sur por el este de la isla para visitar la Caldera de Bandama, Telde y continuar a Doramas. Visitó Arucas, Teror, Galdar y regresó de nuevo a la capital por Bañaderos. Burton disfrutó de la isla. Le gustó mucho. En esta ocasión Burton no escribe sobre esta visita a las islas.

Richard F. Burton regresó por última vez a las islas en 1882, en el curso de la gran empresa exploratoria minera. Todo empezó en 1881, en Trieste. Richard e Isabel hicieron un viaje por Europa en verano. En septiembre se trasladaron desde Viena a Venecia para asistir a un congreso de geografía. Allí, por casualidad o por deseo, se encontraron con el capitán Henry Lovett Cameron (1844-1894), que también había ido a la bella ciudad italiana por las mismas razones. Cameron, natural de Radipole, Weymouth, Dorset (Inglaterra), teniente de la Royal Navy, había sido enviado por la Royal Geographical Society a África central para encontrar al misionero David Livingstone en 1873. Partió de Zanzíbar e hizo el mismo trayecto que Burton y Speke. Pero mientras hacía su ruta se encontró que la persona que estaba buscando había muerto. En lugar de regresar, continuó adelante, hizo descubrimientos geográficos, y soportando hambruna, peligros y enfermedades, llegó a la costa de Angola, siendo el primer europeo que cruzó África de este a oeste (de mar a mar). Tras su llegada a Liverpool en abril de 1876, Cameron es ovacionado y la Royal Geographical Society le concedió la medalla de oro por sus exploraciones en el África central, además, recibió títulos honoríficos de prestigiosas universidades y de la reina Victoria en persona.

Enseguida Burton hizo amistad con Camaron y en Venecia proyectaron ir juntos a la costa occidental de África en busca de oro. Cameron tenía 36 años y Burton 60 años. Organizan la expedición bajo el nombre de Guinea Coast Gold Mining Company, cuyo director era James Irvine, un comerciante de Liverpool que Burton había conocido en África cuando estaba de cónsul en Fernando Poo, y que detentaba amplios derechos de explotación minera en el África occidental. Tanto Burton como Cameron estaban convencidos que había oro en abundancia y que era fácil de explotarlo.

El 18 de noviembre de 1881 Burton viajó, esta vez sin la compañía de Isabel, desde Trieste hasta Lisboa y desde allí hasta Madeira para encontrarse con Cameron y continuar los dos juntos a la Costa de Oro. Burton pasó las Navidades en Madeira y se encontró con Cameron el 8 de enero de 1882. Al día siguiente partieron en el vapor Senegal, de la British and African, un barco de mercancía de la costa occidental de África. El vapor hizo escala en el muelle de Santa Cruz de Tenerife por varias horas y desde allí se dirigió a Las Palmas, donde permaneció fuera del muelle la noche del 10 de enero, para continuar desde Gran Canaria a Gambia. La expedición para buscar oro en la costa occidental de África fue también un auténtico fracaso. Los dos estaban de regreso en mayo de 1882, después de haber permanecido seis meses sin encontrar un solo gramo de oro y dilapidado una elevada suma de dinero. Fueron a recibirlo a Liverpool, Isabel, que había llegado cinco días antes, y James Irvine, el cual perdió en la operación una elevada suma de dinero. El resultado literario de esta expedición fue un libro de dos tomos titulado To the Gold Coast for Gold, escrito por los dos y que se lo publicó la Chatto & Windus de Londres en 1883.

Las notas sobre Canarias en To the Gold Coast for Gold son la recogidas por Burton durante sus experiencias de anteriores visitas a las islas. Si bien en Wanderings in West Africa, Burton se centra en el mundo aborigen y la conquista, en su segundo libro sobre el archipiélago relata su enriquecedora aventura por las islas capitalinas: Tenerife y Gran Canaria. No abandona la historia de Canarias ni el mundo aborigen, pues aporta opiniones y comentarios novedosos sobre la momificación a raíz de la visita al Museo Casilda de Tacoronte, pero ahora relata su singular excursión al Teide, se adentra en la vida de los pueblos, en el comercio y de nuevo trata con mayor profundidad el acontecimiento de Nelson en Tenerife, aunque solamente sigue el relato de José Monteverde.

Richard F. Burton narró Wanderings in West Africa from Liverpool to Fernando Po y To the Gold Coast for Gold periplos de muy distinta naturaleza. Si el ensayo histórico predomina en el primero, el realismo cotidiano envuelve el segundo. En ambos textos Burton critica a su país, haciendo constantemente comparaciones entre Canarias e Inglaterra. En ambos textos también se refleja el predominio del orientalismo y el conocimiento de la lengua árabe y otras, pues muchas palabras las acompaña con su significado en árabe y otros dialectos musulmanes. Burton recurrió a las notas tomadas en Tenerife en las frecuentes visitas a la isla, fundamentalmente en 1863 y 1864, y a la visita a Gran Canaria en 1880 y las tomadas en los ocasionales momentos que atracaba los vapores en el muelle de la Luz, para reconstruir las páginas de su libro To the Gold Coast for Gold. Los biógrafos y estudiosos británicos de Richard F. Burton han afirmado, y afirman hoy en día, que las 150 páginas referidas a Canarias en el texto de To the Gold Coast for Gold proceden de la estancia de Burton en Tenerife en septiembre del año 1861 y recogidas en su libro Wanderings in West Africa. No es del todo correcta tal afirmación, en la medida en que Burton estuvo pocas horas en Santa Cruz de Tenerife en aquella ocasión, aprovechando la escala del vapor Blackland en su muelle. Bien, no cabe duda que su corta estancia le familiarizó algo con la ciudad. Pero en esta primera visita a Canarias (Tenerife, 1861), Burton no se adentró al interior de la isla ni hizo excursión al Teide porque, repito, solamente permaneció en Santa Cruz las pocas horas que el barco estuvo anclado. Por otro lado, en 1861 Burton no visitó Gran Canaria, isla que aparece narrada. Tampoco el texto sobre Gran Canaria en To the Gold Coast for Gold corresponde a su visita en 1882, la última vez que el aventurero británico visitó el archipiélago. El texto sobre Gran Canaria es producto de su visita a la isla en 1880.

Canarias se honra con los viajes y los textos de Richard Francis Burton. Muchos han sido los viajeros y turistas que nos han visitado a la largo de la historia, importantes visitantes en las artes, la literatura o la política, pero solamente un puñado destaca, uno de esos que podríamos elegir es la figura romántica de este británico, que hoy día es visto con nuevos ojos y su importancia está cobrando nuevas dimensiones.

Nicolás G. Lemus