Editorial Cabildo Insular de las Palmas de Gran Canaria
ISBN: 84-8103-183-6
Depósito Legal: M-31304-1995
Impreso en España / Printed in Spain

INDICE

PRÓLOGO. Sir Raymond Carr. PREFACIO CAPÍTULO I. EN TORNO A LOS VIAJEROS Mujeres viajeras CRÓNICAS DE VIAJES Y CONTEXTO CAPÍTULO II. CAPITALES, CIUDADES Y VILLAS LAS CIUDADES PORTUARIAS. LAS PALMAS Y SANTA CRUZ Red viaria y transportes Vida social y ocio Transformaciones urbanas Rivalidades interinsulares La otra cara social y la picaresca isleña Horacio Nelson en los libros de viajes de los victorianos  PUEBLOS DEL INTERIOR CAPÍTULO III. EL ESTADO DE LAS COSTUMBRES De los deseos y pasiones  De las mujeres De la vida en sociedad  De los deportes. Las peleas de gallos De las fiestas. El carnaval y las romerías CAPÍTULO IV. CLASES, GRUPOS Y SITUACIÓN SOCIAL LAS ELITES LOCALES. NOBLES Y ALTA BURGUESÍA Condición socio-económica Aspectos de la mentalidad CLASE MEDIA La familia pequeñoburguesa CAPAS POPULARES. ARTESANOS Y CAMPESINOS indumentaria Mentalidad Condiciones de vida Cultura culinaria Caracteres físicos MUJERES CAMPESINAS Y TRABAJADORAS MARGINADOS SOCIALES. POBRES, MENDIGOS Y BENEFICENCIA Mendicidad e infancia EDUCACIÓN Y CULTURA EN LAS CANARIAS DECIMONÓNICA CAPÍTULO V. CLERO, RELIGIÓN E IGLESIA IGLESIAS Y CONVENTOS EL CLERO CLERO, PROTESTANTISMO Y MASONERÍA SEMANA SANTA Y OTRAS MANIFESTACIONES RELIGIOSAS La quema de Judas La Virgen de Candelaria y las supersticiones RESEÑA BIOGRÁFICA DE LOS PRINCIPALES VIAJEROS BIBLIOGRAFÍA

PROLOGO DE SIR RAYMOND CARR, PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE CIENCIAS SOCIALES  1999.

 Hasta el siglo XVIII nuestra visión de España estaba desvirtuada por la Leyenda Negra, originada durante la gran contienda entre la Inglaterra protestante y la España católica. Nuestra victoria sobre la Armada Invencible en 1588 llegó a ser la fuente de nuestra identidad nacional. Durante la mayor parte del siglo XVIII nosotros permanecimos en guerra con España, hecho que condujo a que pocos ingleses la visitaran. Pero esto empezó a cambiar  al final del siglo. A partir de entonces discretos viajeros comienzan a frecuentarla y dejaron informes detallados de sus experiencias en España. Además, dieron valiosa información, particularmente  de la agricultura y la industria. Con el movimiento romántico, España se convirtió en una atracción turística y Richard Ford en su libro Manual para viajeros por España dio a esos turistas la mejor guía en lengua inglesa. Ford recorrió en los años treinta 2.000 millas por España y su detallada descripción de la sociedad española ha sido usada desde entonces por todos los historiadores.

El archipiélago de las Canarias no tiene un libro comparable al de Ford. No obstante, dada la importancia económica de la colonia británica, ya descrita  por el doctor Nicolás González Lemus en su estudio Comunidad británica y Sociedad en Canarias, los visitantes en el período victoriano dejaron descripciones de las islas. En sus libros (el señalado y Las islas de la ilusión, británicos en Tenerife 1850-1900) el doctor González Lemus nos ha dado un estudio fascinante de la sociedad canaria. Los visitantes las frecuentaron por razones de salud desde que el clima de las islas  comenzó  a interesar a los médicos por sus propiedades para la cura de la tuberculosis pulmonar, la enfermedad asesina del siglo XIX. Fue por esta razón por la que Sir William Wilde, un distinguido doctor  y padre de Oscar Wilde, se trasladó a las Canarias. Algunos las visitaron durante sus travesías a las posesiones británicas. Desde entonces, Tenerife, donde el Almirante Nelson perdió su brazo durante la batalla, fue una particular atracción. Muchos más llegaron cuando la industria turística  floreció en los años ochenta.

Pero el principal interés de González Lemus en este libro son los auténticos viajeros. La era victoriana fue una era de viajeros y de cuadernos de notas en mano para anotar las costumbres de los habitantes locales. Ello incluía a las mujeres viajeras, quienes encontraron un cierto sentido de liberación en los  viajes. Tal fue el caso de la viajera Olivia Stone que permaneció seis meses viajando por las islas en los años ochenta del siglo pasado. Ella había ya publicado un libro sobre Noruega, y su Teneriffe and its Six Satellites es, como González Lemus correctamente señala “el mejor retrato histórico de Canarias”. Ella es el Richard Ford del archipiélago.

Los viajeros señalaron el contraste entre lo bullicioso y cosmopolita de las ciudades portuarias de Santa Cruz y Las Palmas y el estancamiento y pobreza de los pueblos del interior. Pueblos como La Laguna y La Orotava, residencias de la aristocracia local, estaban llenas de casas dilapidadas y “aisladas totalmente del mundo”. Esto no fue óbice para que sus habitantes gastaran enormes sumas de dinero en comprar muebles europeos, etc.  Los hispanistas británicos – por ejemplo, Brenan y Pitt Rivers – suelen señalar el carácter cerrado de la  comunidad rural   como reflejo de alguna característica psicológico innata de los españoles. Como este libro indica claramente es el resultado entre otras razones de las malas carreteras, de las cuales los visitantes británicos constantemente se quejaban.

El doctor González Lemus da una valiosa información para los historiadores de la económica. Destaco la referida a los precios y los salarios – los últimos miserablemente bajos entre los campesinos y las capas inferiores de la sociedad  que intentaron escapar de la pobreza trasladándose hacia los pueblos durante el boom turístico o emigrando a Venezuela y Cuba, a veces para regresar como prósperos indianos -.

Los viajeros prestaron una singular atención a la situación de las mujeres, pésimamente educadas y confinadas a los deberes domésticos en el matrimonio, y antes del matrimonio sometidas a la tutela de la duenna, una figura  desaparecida en la mayor parte de España.

Particularmente me ha interesado el desarrollo de los  casinos como centros de relaciones sociales, primero entre la elite y después entre las clases medias. Es un tema que merece un estudio en España al ser en sí mismo uno de los aspectos de la modernización del país.

Este libro es la descripción de la estructura social de la sociedad canaria, el cual reclamará la atención de los historiadores por el abanico de temas que se aborda. Pienso, por ejemplo, cómo a diferencia de la nobleza de la España peninsular, la aristocracia local, aunque conservadora en su punto de vista,  estuvo sin embargo comprometida con la actividad comercial. Cómo el boom de la explotación de la explotación de la cochinilla fue un periodo de intensa especulación de la tierra. Su colapso dejó a muchos aristócratas en una pobreza relativa, los cuales habían gastado mucho dinero en bienes lujosos europeos fácilmente obtenidos dada la condición portuaria de las islas.

Olivia Stone y otros señalaron los efectos de la desamortización y el final de los mayorazgos. El estado liberal fracasó en su intento de sustituir el papel social de la Iglesia. La mendicidad era  por supuesto una característica muy común de España. Pero la pobreza del interior condujo al florecimiento de multitud de mendigos –particularmente de niños- que molestaban a los turistas. Para enfrentarse con esta situación se declaró oficialmente un día a la semana, el “día de los mendigos”. Los visitantes que procedían de Inglaterra sabían de la existencia de la pobreza extrema en su país, pero era invisible. Sin  embargo, estaban extremadamente conmocionados por el número de mendigos y vieron en las casas de los expósitos una forma de estimular el vicio.

González Lemus es consciente del problema que encierra el uso de los escritos de los viajeros como recurso histórico. Los viajeros procedían de países extranjeros con los prejuicios propios de su tierra natal. Es el caso particular de los protestantes británicos. Para ellos la Iglesia católica se interponía en el camino del progreso como lo entendían los victorianos. ¿Cómo podemos interpretar sus ataques hacia la Iglesia como supersticiosa?.

Los escritos de los viajeros realmente contienen valiosa información de la influencia del clero a finales del siglo XIX. Son señalados como los mayores enemigos violentos del liberalismo. González Lemus correctamente señala el extremo conservadurismo de la Iglesia Católica después del sobresalto a raíz de la revolución de 1868 y la libertad religiosa otorgada por la Constitución de 1869.  El protestantismo fue presentado no como una religión  sino como el trabajo del diablo. Esta satanización fue incluso más virulenta en el caso de la masonería. Las citas de los sermones dadas en este libro son unas referencias valiosas de la reacción católica. Por ejemplo,  la acusación contra la masonería incluye el asesinato de niños o la negativa del cura local a dar enterramiento en el cementerio al aristócrata masón Diego Ponte del Castillo. Tal vez la cruzada contra la masonería fue particularmente feroz en Canarias porque la misma extendió su influencia a través de la colonia extranjera en los puertos isleños.

He tratado solamente algunos aspectos de la vida de Canarias revelada en este libro. He aprendido de él muchas cosas: sobre las peleas de gallos, la manía por las joyas, el tipo de belleza femenino, etc., etc., etc.  Este libro, Viajeros victorianos en Canarias. Imágenes de la sociedad isleña en la prosa de viaje, es una importante contribución a la Historia de las Islas Canarias.

Sir RAYMOND CARR

Agosto de 1998

Draft 1

t VS

Until the eighteenth century our vision of Spain was coloured by the Black Legend, invented in the great struggie of Protestant England and Catholic Spain.  Our victory over the Spanish Armada in 1588 became the source of our national identity.  Since we remained at war vífth Spain during much of the eighteenth century, few Englishmen visited Spain.  This was to change at the end of the century when modest travellers left detailed accounts of their experiences in Spain and gave invaluable information, particulariy on agricultura and industry.  V\rith the Romantic movement, Spain became a tourist attraction and Richard Ford in his Handbook for Travellers in Spaín gave these tourists the best guide book in the English language.  Ford travelled in the 1830s 2,000 miles in Spain and his detailed description of Spanish society has been used by every historian since.

The Canary lslands has no such comparable book.  Nevertheless, given the economic importance of the Brftish colony, already descdbed in Dr Nicolás Gonzalez Lemus’ study Comunidad Bdtanica y Sociedad en Canaries, British

visdors in the Victorian              , left descriptions of the íslands.  From their

books, Dr Gonzalez Lemus has given us a fascinating study of Canarian society.  Visdors carne for heafth reasons, since the islands’climate interested doctors as a cure for consumption, the killer disease of the nineteenth century.

¡t was for this reason that Sir William Wilde, a dr and father of Oscar Wilde, carne to the Canaries. Some cal¡(  way to Brftish

                                           possessions; for them Tenerife, where Admira¡                             is arm in battie,

Draft 1

was a particular attraction.  More carne, The tourist trade blossomed after the 1880s.  But the main concem of Gonzalez Lemus are the true travellers.  The Victorian age was an age of travellers, note book in hand, lo record the customs of the local inhabftants.  They inciuded women travellers who found a certain sense of liberation in travelling.  Such a traveller was Olivia Stone who spent six months traveifing in the islands in the 1880s.  She had aireado published a book on Norway, and her Tenerífe and íts Síx Satellítes is, as Gonzalez Lemus rightly says ‘el mejor retrato historico de Canarias’.  She is the Richard Ford of the archipelago.

The travellers noted the contrast between the bustling, cosmopoldan port towns of Santa Cruz and Las Palmas, and the 0~ stagnant and poor interior.  Towns like La Laguna and La Orotava, homes of the local aristocracy, were fui¡ of their dilapidated houses ‘aislado totalmente del mundo’.  This was not quite true since their inhabdants spent large sums on buying European fumiture etc.  Brftish Hispanísts – Brenan and Pitt Rivers for example – tend to see the ciosed rural communfty as reflecting some innate psychological characteristic.of Spaniards.  As this book makes clear ft was the resuft of bad roads, of which the Brdish visdors consistently complain.

@ Dr Gonzaley Lemus gives valuable information to the economic historian tan príces and w-ages – the latter miserable low for the campesinos of the interior who sought to escape p<yverty by moving into the towns in the tourist boom or

2

Draft 1

emigrating lo Venezuela and Cuba, sometimes to retum as prosperous Indianos.  The travellers paid particular attention to the status of women, iii educated and confined lo domestie duties on marriage, and before maniage, they were under the … A…… of the duenna, a figure disappearing in mainiand Spain. 1 was particularfy interested in the spread of the casino as a centre of social intercourse, first for the eiffe, and then for the middle class. lt is a su@ject worthy of study in Spain ftself as one of the aspects of modemization.

¡t is the description in lKe book of the social structure of Canarian society which vviii demand the attention if historiaras.  Unlike the Spanish nobilfty, the local aristocracy, conservative in outlook, was nevertheless involved in commercial act@.  The cochineal boom vvas a period of intense speculation in land.4ts collapse left many aristocrats, who spent lavishly on European luxury goods, obtainable easily as they were not in central Spain, and were often left in relative poverty once the boom collapsed@Olivia Stone and others note the effect of the desamortiza@cion the end of the mayorazgos’

¡t was a I»,-–             y and the failure of the liberal state to replace the

charfty of the church.  Beggár.§, of course were, a familiar feature of Spain.  BLd the poverty of the interior fed to the existence oí crowds of beggars particulariy of child beggars – who molested the tourists.  To deal with this problem there were officially established ‘Begging days’.  The visitors, who carne from England where extreme poverty existed but was invisible, were

3

Draft 1

extremely shocked by beggars and saw the foundling hospitais as encouragement to vice.

Gonzalez Lemus is well ayore of the problem ínvotved in the use of travellers’ reports as historical sources.  The travellers affive in foreign countries whh the prejudices of their homeland.  This is particularly the case v,íith Brftish Protestants.  To them, the Catholic Church stood in the way of progresskhe Víctodans understood ¡t.  What are we to make of their attacks on the church as ‘supersthious’?  They do contain valuable information on the influence of the clergy in the late nineteenth cerrtury as the main and violent enemy of liberalism.  Gonzalez Lemus is coffect in stressing the extreme conservatism of the Catholic churrh after the shock of the revolution of 1868 and the religious freedom granted by the constftution of 1879.  Protestantism was presentes, not as a refigion, but as a work of the devil.  This satanization was even more extreme in the case of Freemasons.  The quotations from sermons given in this book, are valuable indications of the extremes of the Catholic reaction: the accusations against Freemasons inciuded assassination of children.  The local priest denied burial in a municipal cemetery to the aristocratic Freemason Diego Ponte del Castillo.  Perhaps the crusade against Masons was particularly fierce in the Canaries because Freemasonry spread through the influence of the foreign colony of the ports.

  have treated only a few aspects of Canarian ¡¡fe revealed in this book. 1 have leamt from ft of cock fighting, the mania for jeweis, the type of feminine beauty. ¡t is an important contribution to the history of the Canary lslands.

5

PROLOGO

                                                                                                                                                      Hasta el siglo XVIII nuestra visión de España estaba desvirtuada por la Leyenda Negra, originada durante la gran contienda entre la Inglaterra protestante y la España católica. Nuestra victoria sobre la Armada Invencible en 1588 llegó a ser la fuente de nuestra identidad nacional. Durante la mayor parte del siglo XVIII nosotros permanecimos en guerra con España, hecho que condujo a que pocos ingleses la visitaran. Pero esto empezó a cambiar  al final del siglo. A partir de entonces discretos viajeros comienzan a frecuentarla y dejaron informes detallados de sus experiencias en España. Además, dieron valiosa información, particularmente  de la agricultura y la industria. Con el movimiento romántico, España se convirtió en una atracción turística y Richard Ford en su libro Manual para viajeros por España dio a esos turistas la mejor guía en lengua inglesa. Ford recorrió en los años treinta 2.000 millas por España y su detallada descripción de la sociedad española ha sido usada desde entonces por todos los historiadores.

                                                                                                                                                      El archipiélago de las Canarias no tiene un libro comparable al de Ford. No obstante, dada la importancia económica de la colonia británica, ya descrita  por el doctor Nicolás González Lemus en su estudio Comunidad británica y Sociedad en Canarias, los visitantes en el período victoriano dejaron descripciones de las islas. En sus libros (el señalado y Las islas de la ilusión, británicos en Tenerife 1850-1900) el doctor González Lemus nos ha dado un estudio fascinante de la sociedad canaria. Los visitantes las frecuentaron por razones de salud desde que el clima de las islas  comenzó  a interesar a los médicos por sus propiedades para la cura de la tuberculosis pulmonar, la enfermedad asesina del siglo XIX. Fue por esta razón por la que Sir William Wilde, un distinguido doctor  y padre de Oscar Wilde, se trasladó a las Canarias. Algunos las visitaron durante sus travesías a las posesiones británicas. Desde entonces, Tenerife, donde el Almirante Nelson perdió su brazo durante la batalla, fue una particular atracción. Muchos más llegaron cuando la industria turística  floreció en los años ochenta.

Pero el principal interés de González Lemus en este libro son los auténticos viajeros. La era victoriana fue una era de viajeros y de cuadernos de notas en mano para anotar las costumbres de los habitantes locales. Ello incluía a las mujeres viajeras, quienes encontraron un cierto sentido de liberación en los  viajes. Tal fue el caso de la viajera Olivia Stone que permaneció seis meses viajando por las islas en los años ochenta del siglo pasado. Ella había ya publicado un libro sobre Noruega, y su Teneriffe and its Six Satellites es, como González Lemus correctamente señala “el mejor retrato histórico de Canarias”. Ella es el Richard Ford del archipiélago.

                                                                                                                                                      Los viajeros señalaron el contraste entre lo bullicioso y cosmopolita de las ciudades portuarias de Santa Cruz y Las Palmas y el estancamiento y pobreza de los pueblos del interior. Pueblos como La Laguna y La Orotava, residencias de la aristocracia local, estaban llenas de casas dilapidadas y “aisladas totalmente del mundo”. Esto no fue óbice para que sus habitantes gastaran enormes sumas de dinero en comprar muebles europeos, etc.  Los hispanistas británicos – por ejemplo, Brenan y Pitt Rivers – suelen señalar el carácter cerrado de la  comunidad rural   como reflejo de alguna característica psicológico innata de los españoles. Como este libro indica claramente es el resultado entre otras razones de las malas carreteras, de las cuales los visitantes británicos constantemente se quejaban.

                                                                                                                                                      El doctor González Lemus da una valiosa información para los historiadores de la económica. Destaco la referida a los precios y los salarios – los últimos miserablemente bajos entre los campesinos y las capas inferiores de la sociedad  que intentaron escapar de la pobreza trasladándose hacia los pueblos durante el boom turístico o emigrando a Venezuela y Cuba, a veces para regresar como prósperos indianos -.

Los viajeros prestaron una singular atención a la situación de las mujeres, pésimamente educadas y confinadas a los deberes domésticos en el matrimonio, y antes del matrimonio sometidas a la tutela de la duenna, una figura  desaparecida en la mayor parte de España.

Particularmente me ha interesado el desarrollo de los  casinos como centros de relaciones sociales, primero entre la elite y después entre las clases medias. Es un tema que merece un estudio en España al ser en sí mismo uno de los aspectos de la modernización del país.

                                                                                                                                                      Este libro es la descripción de la estructura social de la sociedad canaria, el cual reclamará la atención de los historiadores por el abanico de temas que se aborda. Pienso, por ejemplo, cómo a diferencia de la nobleza de la España peninsular, la aristocracia local, aunque conservadora en su punto de vista,  estuvo sin embargo comprometida con la actividad comercial. Cómo el boom de la explotación de la explotación de la cochinilla fue un periodo de intensa especulación de la tierra. Su colapso dejó a muchos aristócratas en una pobreza relativa, los cuales habían gastado mucho dinero en bienes lujosos europeos fácilmente obtenidos dada la condición portuaria de las islas.

Olivia Stone y otros señalaron los efectos de la desamortización y el final de los mayorazgos. El estado liberal fracasó en su intento de sustituir el papel social de la Iglesia. La mendicidad era  por supuesto una característica muy común de España. Pero la pobreza del interior condujo al florecimiento de multitud de mendigos –particularmente de niños- que molestaban a los turistas. Para enfrentarse con esta situación se declaró oficialmente un día a la semana, el “día de los mendigos”. Los visitantes que procedían de Inglaterra sabían de la existencia de la pobreza extrema en su país, pero era invisible. Sin  embargo, estaban extremadamente conmocionados por el número de mendigos y vieron en las casas de los expósitos una forma de estimular el vicio.

González Lemus es consciente del problema que encierra el uso de los escritos de los viajeros como recurso histórico. Los viajeros procedían de países extranjeros con los prejuicios propios de su tierra natal. Es el caso particular de los protestantes británicos. Para ellos la Iglesia católica se interponía en el camino del progreso como lo entendían los victorianos. ¿Cómo podemos interpretar sus ataques hacia la Iglesia como supersticiosa?.

                                                                                                                                                      Los escritos de los viajeros realmente contienen valiosa información de la influencia del clero a finales del siglo XIX. Son señalados como los mayores enemigos violentos del liberalismo. González Lemus correctamente señala el extremo conservadurismo de la Iglesia Católica después del sobresalto a raíz de la revolución de 1868 y la libertad religiosa otorgada por la Constitución de 1869.  El protestantismo fue presentado no como una religión  sino como el trabajo del diablo. Esta satanización fue incluso más virulenta en el caso de la masonería. Las citas de los sermones dadas en este libro son unas referencias valiosas de la reacción católica. Por ejemplo,  la acusación contra la masonería incluye el asesinato de niños o la negativa del cura local a dar enterramiento en el cementerio al aristócrata masón Diego Ponte del Castillo. Tal vez la cruzada contra la masonería fue particularmente feroz en Canarias porque la misma extendió su influencia a través de la colonia extranjera en los puertos isleños.

                                                                                                                                                      He tratado solamente algunos aspectos de la vida de Canarias revelada en este libro. He aprendido de él muchas cosas: sobre las peleas de gallos, la manía por las joyas, el tipo de belleza femenino, etc., etc., etc.  Este libro, Viajeros victorianos en Canarias. Imágenes de la sociedad isleña en la prosa de viaje, es una importante contribución a la Historia de las Islas Canarias.

Sir RAYMOND CARR

Agosto de 1998.